Muchos decimos; si tuviera que nacer de nuevo, elegiría de nuevo nacer en éste terruño, por supuesto que hay que estar lejos de todo tipo de chauvinismo, embargo la peor de las ingratitudes se da con orureños muy buenos para criticar y cero para aportar por la tierra que les vió nacer.
Otro 10 de Febrero más y el avance ha sido poco perceptible, la actividad comercial es la actividad que ha crecido, tal vez, junto al crecimiento urbanístico nuestro incipiente desarrollo se desenvuelve en el caos del tráfico vehicular y el alarmante desorden en nuestros mercados de abasto, en rigor de verdad los "nichi-comerciantes", los mecachifles, vendedores de todo tipo de baratijas y chucherías se apoderaron de las aceras y los transeúntes nos jugamos el pellejo, porque debemos ocupar las calzadas y estar expuestos a los bólidos que suponen estar en un velódromo importándoles poco o nada la vida de niños, ancianos y hasta de jóvenes que están lejos de ser atletas y también tienen que hacer todo tipo de contorsiones para no pasar a mejor vida.
Todos sabemos que en la efemérides departamental, hay discursos para todos los gustos, salutaciones almibaradas, promesas, otorgación de cheques sin fondos,entrega de obras ya entregadas,es decir proliferación de todo tipo de pantominas para hacernos tragar píldoras cuadradas, como siempre lo hicieron, porque aunque mal nos pese, el orureño, será amistoso, trabajador pero, también es ingenuo.
Estamos en vísperas del famoso Carnaval y recibiremos a un montón de visitantes,que dejarán toneladas de basura donde tampoco faltarán los críticos empedernidos, aunque la perversidad de la crítica tiene mucho de envidia. Lo que nunca podrán desmerecer es la fastuosidad de nuestro antruejo carnavalero inigualable por donde se lo vea.
Los orureños somos estimados en todo el territorio nacional, por su sencillez y por todas esas virtudes contenidas en los maravillosos versos de Luis Mendizábal Santa Cruz. En todo caso el orureño no tiene una brizna de soberbia ni arrogancia.
En éste brevísimo comentario habrá que ponderar la laboriosidad de aquellos ciudadanos que sin haber nacido en ésta tierra la han llegado a querer y aportan con su esfuerzo a que Oruro, siga siendo el brazo dinámico de Bolivia. Para que todos nos escuchen: ¡VIVA ORURO!
(*) Es abogado
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