De la calle a la Universidad: Facultad de Artes y Oficios
07 feb 2014
Por: Edgar Jorge Rodríguez Alánez
Caminar la calle La Paz es mirar un arte que se debate entre el comercio y el arte mismo, los escaparates muestran su brillo, entre las luces que fulguran me descubro en el traje que lucía en el Carnaval. Una careta me mira con sus ojos que saltan a la fantasía, sus dientes, colmillos parecen buscar el placer de la gula, sus oídos en un calidoscopio de tonos escuchan el mismo universo, su cara encierra el libidinoso deseo del sexo opuesto.
Para los bailarines, es mirar y conversar con los artesanos, días antes, la ansiedad de que algo sale mal sólo es disipado en el momento de tener el traje mismo.
Si uno se calza las botas, parecen no estar hechas para uno, hay que caminarlas durante un día, si las espuelas cantan el ritmo y sus broches no están mal, si el buzo celeste está ajustado, si los guantes, si las cintas..., el sentimiento y el recuerdo del baile me retrotrae a algunas conversaciones con los bordadores, careteros, los zapateros,..., el trabajo que conllevan estos actores en días de Carnaval y en días que no son de fiesta que es todo el año.
El dinero ha hecho que se vayan por otras ciudades del país, por otros países. Los escribidores dicen que fue el té Hornimans de donde salieron diseños, pero la cultura es un ir y venir, la censura no vale nada y es un boomerang que no devuelve un golpe certero. Los trajes de Carnaval, los menos están hechos en Oruro, la gran mayoría viene de otros departamentos y tal vez de otros países.
En los círculos de los antropólogos va corriendo una teoría y es que la cultura tiahuanacota se nos devolvió desde otros lares en forma de otra cultura. Va ocurriendo lo mismo con el Carnaval y no vale rasgarse las vestiduras, ¿no hay artistas que copien y después creen en otros lares?
Los escribidores quieren pedir peras al olmo, cuando el hambre aprieta es justo dejar la razón, quién puede criticar, si la misma herejía tiene en la cara del hambriento la necesidad de sobrevivir.
Y sobrevivir es la palabra, la artesanía puede ser arte, el arte puede bajar a ser artesanía, pero lo hará de los talleres al laboratorio universitario.
Ayer para ser bordador, sastre, modista, zapatero o cualquier cosa, debía uno estar preparado desde su más tierna edad, entraba de aprendiz, a medida que avanzaba con el deber ser del maestro hasta convertirse en algún momento en lo que le formaba el maestro, pero los tiempos actuales no dan para que los niños dejen los estudios para convertirse en bordador, zapatero, modista u otro oficio, sería mal mirado, sería puesto hasta en ridículo, sería sancionado por las leyes. El camino para muchos empieza tarde. Viene ocurriendo con todos los "oficios" y los oficios se van perdiendo y se nos viene desde afuera, desde otros países lo que debiéramos hacer aquí.
De los turistas que vienen a Oruro ¿pueden degustar gastronomía? ¿quiénes pueden pagar un plato de cien dólares? ¿hay un plato de cien dólares?
La comida ha sido y es un asunto que está prácticamente descuidado no existe siquiera una memoria de uno o dos siglos atrás que nos pueda llevar a degustar entre la tradición y la delicia del comer.
Si bien hay intentos en la parte musical ésta es tomada como si la música estuviera repartida entre los de abajo y los de arriba, cuando el ir y venir de las notas musicales pueden aumentarse de ambas partes.
Escribí en una oportunidad que las aulas debieran dejarse y abrir los laboratorios, he ahí un laboratorio que pide ser universitario. Que la artesanía sea arte y el arte baje al pueblo, del pueblo a la universidad y de ella al pueblo.
Ayer el haber estudiado ingeniería en Oruro era un plus, hace más de tres décadas que la universidad apostó por las aulas, dejó el laboratorio, abandonó a sus estudiantes, se separó del pueblo y hoy día podemos decir que estudiar en Oruro no es estudiar. ¿No hablan en ese sentido los que enseñan?
Es apenas un sueño que cuando uno vaya a un departamento el que tomó clases en Oruro sea considerado el mejor, que sea considerado artista y profesional del arte, total quizá tengamos un sueño entre todos el mismo sueño que tiene el Carnaval de seguir siendo Carnaval de Oruro. Soñar no cuesta nada, soñar una universidad con una facultad de artes y oficios, una facultad donde soñar no sea anatema.
PD.- La caja boba empieza a promocionar los bailes del Carnaval de Oruro, los bailes que serán bailados allí en la Santa Cruz de la Sierra en el Carnaval 2014.
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