Miercoles 05 de febrero de 2014
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Es una realidad que los grandes objetivos se alcanzan y cumplen tan sólo con la práctica de la unidad de los promotores o integrantes de un conglomerado de personas. La unidad en Bolivia ha resultado, desde siempre, una especie de utopía porque en muy raras ocasiones y por causas muy definidas, se ha conseguido la unidad nacional; generalmente, las posiciones discordantes han prevalecido en el actuar de toda la población y muy especialmente de quienes tienen posiciones de dirección o liderazgo en cualquier emprendimiento.
La unidad es virtud inentendible para las autoridades de gobierno que parece piensan que sólo lo que ellas creen y sienten cuenta, que todo lo que espera y desea la colectividad no importa, que la oposición actúe como sea, porque lo hace porque es neoliberal o contraria a los intereses del Estado que el gobierno dice defender.
Por su parte – y como ejemplo mayor – los partidos políticos de oposición creen que deben cumplir el papel de criticarlo todo, oponerse a todo y, en casos, lo hacen divididos sus dirigentes porque cada uno cree tener la razón en todo sin visos de que la tenga; las consecuencias las sufre el país y, por supuesto, se compromete el futuro porque desunidos será imposible alcanzar las metas de desarrollo que todos queremos.