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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Entornos eclesiásticos - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Bolivia es un país pobre en sacerdotes, escasez que revela la pobreza de nuestra vida católica, ya que cuando ella se vive con ardor, las familias son templos, y en ellas surgen numerosas y vigorosas vocaciones. Si nuestras diócesis no forman suficientes sacerdotes para sus propias necesidades, es síntoma de que algo muy importante no funciona debidamente en ellas.
Es que los cuadros de estas iglesias carecen de una cultura, o mejor de una conciencia vocacional, porque sin sacerdotes la Iglesia no avanza, al contrario se empobrece y retrocede –sobre todo, ante el ímpetu arrollador de las sectas cristianas y no cristianas- si no tiene en sus filas suficientes y más que todo santos sacerdotes.
Lo repite constantemente el Obispo de Oruro: “es triste que cuando algún joven siente el llamado al sacerdocio o la vida religiosa, sus padres consideran como una pérdida esa vocación de sus hijos”.
Hay quienes acceden a las sagradas órdenes, quizás como un ascenso social o una buena profesión, un trabajo seguro. Hay aspirantes al sacerdocio que dejan la formación a medio camino, habiendo logrado calificaciones en las diversas materias universitarias, con la aspiración de que aunque no culminen su camino al sacerdocio, serán acomodados ya como profesores de religión, o ya, en alguna dependencia eclesial.
Resulta providencial que a pesar de la ausencia de esa cultura vocacional, el Obispado de Oruro, acaba de poner en marcha su Seminario Menor diocesano “Sagrado Corazón de Jesús”, ya que una de las más importantes preocupaciones apostólicas de los obispos debe ser fomentar, cultivar y apoyar las vocaciones sacerdotales en la porción de la Iglesia confiada a ellos -la “niña de los ojos” como llamó el Papa Pío XI a los seminarios.
“El arte de promover y de cuidar las vocaciones encuentra un luminoso punto de referencia en las páginas del Evangelio en las que Jesús llama a sus discípulos a seguirle y los educa con amor y esmero” (Benedicto XVI, 15-XI-2010), en esa perspectiva “la constitución de un seminario menor o instituciones análogas, ha de entenderse como una peculiar comunidad de jóvenes donde se cuidan y desarrollan los gérmenes de la vocación sacerdotal”.
“Por su naturaleza y misión, sería conveniente que el seminario menor llegara a ser en la diócesis como punto de referencia de la pastoral vocacional, con oportunas experiencias formativas para los jóvenes que están buscando el sentido de sus vidas, la vocación, o que ya se hayan decidido a tomar el camino del sacerdocio ministerial, pero que no pueden todavía iniciar un verdadero itinerario formativo” (cf. Apostolorum Successores).
El estilo de vida sacerdotal y religiosa actual, muy de discursos sociales, pero muy mundano, la deficitaria formación, contenidos teológicos muy ajenos a la sana doctrina, profesores que inoculan venenosas ideologías, formadores que insisten en posturas externas pero que fomentan el chisme y la murmuración, que enseñan a conseguir espacios eclesiásticos antes que formar a los seminaristas en su futura misión “que es la de abrir el alma a la acción de la gracia y la de disponer al hombre para que rinda gloria al Señor”, son temas pendientes de purificación.
La parroquia, el Cuerpo místico de Cristo local, no puede generar vocaciones sólidas mientras se tenga un concepto sociológico del apostolado, mientras se cultive el engreimiento de los monaguillos, catequistas, “ministros” y entornos parroquiales, que están dispuestos a secundar “caprichos” antes que a vivir la santidad de vida cristiana.
En cambio, si el Cristo local, que es el sacerdote, hace de su parroquia “la casa de todos” donde cada bautizado, grupo o asociación, tiene su lugar apostólico, y es respetado, pone los cimientos de un sólido desarrollo de los carismas, funciones y tareas de cada uno de los miembros de la parroquia, y edifica los pilares para el desarrollo de auténticas vocaciones sacerdotales y religiosas, porque el respeto no es el equivalente de temor ni de ninguna otra emoción, el respeto es el verdadero meollo de nuestro amor.
Las amistades, no solo las de un seminarista, sino las de todo bautizado no pueden ser como las de cualquier ambiente mundanizado, las amistades de un discípulo de Cristo deben ser superiores a las amistades comunes o naturales en las que se da un elemento más: el espiritual, de ahí que no pueden germinar vocaciones auténticas en medio de ambientes mundanos, en estos entornos quedan extinguidas o cuanto menos sofocadas.
Que no se duerman los responsables vocacionales de la Iglesia, y también la oración de los fieles, ya que el enemigo nos está arrebatando los mejores frutos de nuestros campos, por falta de vigilantes en nuestras instancias.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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