Diferendo marítimo con Chile: la razón antes que la fuerza
03 feb 2014
Por: Jorge Lazzo Valera
Una solución pacífica al diferendo marítimo de nuestro país con Chile pasa por asumir con responsabilidad una buena negociación que puede darse antes de conocer el resultado de la demanda interpuesta por Bolivia ante la Corte de Justicia Internacional de La Haya, tribunal que al presente con el fallo otorgado al problema territorial y marítimo de Perú y Chile, se inclina por una solución pacifista antes que de confrontación.
Esa medular negociación debe encarar el gobierno boliviano y no esperar seis años para conocer una respuesta a la demanda presentada ante el Tribunal de La Haya, reclamando por temas de las aguas de los ríos de curso internacional Silala y Lauca. Debiendo más bien otorgar la mayor significación e importancia al pedido que es un dictado constitucional del libre acceso a las costas del Pacífico, para dejar de ser un país mediterráneo.
Ese mandato irrenunciable instituido en el Título VIII de la Relaciones Internacionales, Fronteras, Integración y Reivindicación Marítima del Capítulo Cuarto de Reivindicación Marítima de la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, fija en su artículo 267 parágrafo I: “el Estado boliviano declara su derecho irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que le dé acceso al Océano Pacífico y su espacio marítimo”, agregando en el parágrafo II: “la solución efectiva al diferendo marítimo a través de medios pacíficos y el ejercicio pleno de la soberanía sobre dicho territorio constituyen objetivos permanentes e irrenunciables del Estado boliviano”.
Si el gobierno boliviano actúa con esa lógica principista de reclamar un derecho justo por la razón antes que la fuerza, Bolivia será un país respetado que pide justicia y espera consolidar –cuanto antes- una salida soberana que le permita un dominio en las costas del Pacífico, situación que debe darse necesariamente en consulta con el Perú, resultado del falló recién emitido por la Corte de la Haya, donde menciona el tema del enclaustramiento marítimo boliviano cuando hace referencia al “abrazo de Charaña”, que fue una negociación de un pretendido canje territorial entre los gobernantes de Bolivia y Chile (Banzer y Pinochet) en la década del 70, rechazado de manera contundente por el pueblo de Bolivia.
Para lograr ese avance en la negociación Bolivia tiene la imperiosa necesidad de retomar la agenda de los 13 puntos que mantenía con Chile, otorgándole máxima y primera prioridad a la salida soberana al Pacífico, porque las autoridades de nuestro vecino usurpador tendrán que darse cuenta, por ejemplo que todo el norte de Chile vive gracias al comercio con Bolivia, y que una solución pacífica podría facilitar aún más esta integración comercial para lograr a través de nuestro país una conexión directa con el Océano Atlántico.
Así aplicando una nueva lógica marítima el presidente Evo Morales está obligado a impulsar y concretar la puesta en marcha del primer corredor bioceánico para unir el Pacífico con el Atlántico y viceversa, antes que buscar una salida por puertos del Perú, como erróneamente gestionan funcionarios de la Cancillería boliviana, lejos de tener una visión de control y crecimiento geopolítico de nuestra inmensa frontera boliviano-chilena, para dominar el altiplano marítimo central de nuestro continente desde Oruro.
Para dar viabilidad a una política marítima efectiva, se tendrá que revertir la desatención del Estado boliviano que posterga indefinidamente la conclusión del proyecto vial Oruro-Pisiga en el último tramo de 23 kilómetros, obra que debía ser entregada a finales de la gestión 2013 para tener una carretera expedita de 230 kilómetros que garantizará el fácil acceso en seis horas al puerto chileno de Iquique desde Oruro, lo que incrementará el creciente flujo comercial, dejando de lado la vinculación Brasil-Perú que impulsan funcionarios del gobierno central pretendiendo aislar a Oruro para favorecer sólo a La Paz.
Esa nueva estrategia de control efectivo de nuestras fronteras con Chile, Arica, Iquique y Antofagasta, garantiza la puesta en marcha del primer corredor biocéanico, lo que nos obliga a alcanzar la hegemonía de la administración del poder regional, para unir el Pacífico con el Atlántico y viceversa. Este cambio en la lógica marítima de la administración del presidente Morales se complementa con el proyecto Oruro Puerto Seco, para tener una plataforma de pre embarque para administrar la carga que genera Brasil hacia Chile y con destino a países de ultramar. Así podremos conseguir que Oruro ofrezca también servicios portuarios y de integración marítima para sentar soberanía y ejercer un modelo geopolítico de control y efectivo dominio marítimo desde Bolivia para superar nuestro enclaustramiento.
Sólo así Oruro será el eje de integración del primer corredor interoceánico en condiciones ventajosas que posibilite llegar a las costas del Pacífico por Chile y el Atlántico con el Brasil uniendo a Cochabamba y Santa Cruz como una alternativa de desarrollo que debe darse a corto plazo, manteniendo el tráfico de los puertos de Arica, Antofagasta, Iquique, Ilo y Matarani, en la conexión con el Pacífico y los puertos de Santos, Paranagua, Hidrovía Paraguay-Paraná por el Atlántico, lo que convertirá a nuestra región en zona altamente competitiva y a Bolivia un país respetado para ubicarnos en el contexto de la macro región sudamericana y asumir la gran responsabilidad de administrar el poder regional desde el Altiplano Central.
Ojalá la negociación sea iniciada cuanto antes para poder concretar a corto plazo el ansiado retorno a las costas del Pacífico con soberanía plena y el uso irrestricto de nuestra condición de país marítimo para el real aprovechamiento de una condición de país marítimo que logró superar con inteligencia y decisión su enclaustramiento injusto y atrevido impuesto en una cuenta guerra por el usurpador Mapocho.
(*) Periodista.
lapalabraencarnada@bolivia.com
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