Nuevamente estamos en emergencia y casi un tercio del país está inundado, mientras que en el Chaco siguen sufriendo problemas relacionados con la sequía. De acuerdo a las palabras del mismo Presidente esta situación "nos ha sorprendido". Es así que todos los años las inundaciones de la época de lluvias nos causan sorpresa y se atiende de forma improvisada y precaria a los damnificados. Más aún, una vez que pasan estos eventos, se olvidan. Lo más preocupante es que los planes de reconstrucción, luego de que ocurren desastres y pérdidas, nunca llegan a implementarse.
De acuerdo a datos del Viceministerio de Defensa Civil, hasta fines de enero 85 municipios del país habían sido afectados, 44 personas perdieron la vida, 24.036 familias han sido damnificadas, 713 viviendas dañadas, y más de 8.600 hectáreas de cultivos han sido anegados o destruidos por las inundaciones. Sólo en el Beni se reporta la pérdida de 9.000 cabezas de ganado. Lo peor es que todavía tenemos al menos un mes más en que estas condiciones podrían sufrir un mayor deterioro.
Al respecto, el Presidente dijo en Cliza que esta situación se debe al calentamiento global y culpó "a las potencias que no quieren asumir su responsabilidad ni para expresar su solidaridad." Advirtió que "lo que pasa en el mundo es “algo grave” y que empeorará si continúa la negligencia de las potencias para asumir acciones concretas para frenar la contaminación del planeta." (La Razón 31, 1, 2014)
Evidentemente es algo muy grave, pero no solamente las potencias contaminan, son negligentes y no asumen su responsabilidad, sino que en el país hacemos lo mismo. Lo que está ocurriendo es producto de nuestra negligencia porque en vez de invertir en prevenir los impactos del cambio climático, disminuir nuestras emisiones y controlar la contaminación, se hace todo lo contrario.
Por una parte, el modelo de desarrollo adoptado por el Gobierno es intenso en emisiones de gases de invernadero, y no existe ningún control de la contaminación ni de la deforestación.
Por otra parte, no se toman medidas de adaptación, comenzando porque el país no cuenta con un sistema de alerta temprana eficiente y que cubra la mayor parte de los municipios del país.
Los sistemas de alerta temprana son fundamentales para prevenir pérdidas de vidas y evitar desastres mayores, y cuestan menos que una cancha de fútbol sintético, pero solamente 7 gobernaciones y 43 municipios cuentan con uno. Los mismos que han sido financiados por la cooperación internacional.
En el país la única fuente importante de financiamiento para el cambio climático ha sido la cooperación internacional y las detestadas ONGs las que más han promovido medidas de adaptación y mitigación. Ahora que se expulsa a entidades de cooperación y se cierran ONGs ¿quién hará algo para salvarnos del cambio climático?
Las gobernaciones y municipios deben invertir en prevenir los impactos del cambio climático, pero solamente la gobernación de Santa Cruz y el municipio de la ciudad de La Paz tienen un plan de cambio climático en implementación. Ojalá que estos tristes eventos que hoy vivimos sirvan para tomar conciencia de la magnitud y la importancia del problema.
No obstante, mientras sigamos culpando a otros y no tomemos medidas a nivel nacional, departamental y municipal, estos desastres continuarán ocurriendo, causando sufrimiento y la población más pobre y vulnerable será la que más padezca. Lo peor es que en el futuro, de acuerdo a los científicos, los eventos climáticos serán más intensos y continuarán erosionando nuestras perspectivas de vivir mejor.
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