Las aguas se van decantando también en el escenario de la política internacional. Y el sedimento que dejan tras al fallo del Tribunal de Justicia de La Haya sobre el conflicto de límites marítimos entre Perú y Chile conforma un tablero sustancialmente distinto, más allá del fondo mismo del pleito jurídico. Los cambios que provocó interesan o pueden afectar a los vecinos de las partes. Y en especial a Bolivia.
El fallo hizo infelices a los chilenos y felices a los peruanos, a despecho de si fue mucho o poco de mar territorial que perdieron o ganaron. La reacción es obvia. Por primera vez, los peruanos le ganaron algo de territorio a los chilenos. Y los chilenos están enojados porque esta vez perdieron ante sus vecinos. El fallo tocó pues fibras íntimas de los sentimientos nacionalistas de unos y otros.
El otro cambio en el escenario supera los límites del pleito que lo motivó. El fallo de La Haya prueba que las diferencias y las disputas entre países se pueden resolver por la razón, sin recurrir a la fuerza. Que los pactos que sustentan las normas de justicia internacional e instituciones que la administran son suficientemente capaces de resolver los conflictos. Eso es importante para una Bolivia pacifista por razones obvias.
Si bien exacerbó el nacionalismo fanático de algunos sectores chilenos que desconocen los argumentos de justicia de Bolivia, el fallo les muestra también que es imposible mantener siempre una postura intransigente. Y eso conmueve los cimientos de su comportamiento tradicional.
En Chile se habla ya de cambiar actitud. Según Marco Enríquez Ominami, con el fallo "no fue derrotada la política de Estado. Fue derrotada una visión de la política exterior. La idea de que no teníamos nada pendiente se cayó a pedazos y ahora viene Bolivia". En el mismo seminario que analizó el tema en Santiago se reconoció que "el solo hecho de que se haya llegado a La Haya supone una derrota".
Los chilenos parecen pues percibir que es nomás cierto eso de que es siempre preferible un mal acuerdo que un buen juicio. Por eso, tal vez, su futuro canciller, Heraldo Muñoz, habló ya de retomar vínculos con sus países vecinos. Y el líder socialista Camilo Escalona afirmó en el propio senado de su país que Chile "debe" hacerle una propuesta formal a Bolivia. "Esa propuesta, dijo, no puede ser sino una salida al mar sobre la base de una cesión territorial en la Línea de la Concordia", tal como la que se hizo en la frustrada negociación de 1975, en Charaña.
Pero al mismo tiempo, el fallo incorpora un nuevo elemento al complejo tablero de negociación. La nueva demarcación del límite entre Perú y Chile involucra directamente territorio marítimo al que aspira nuestro país, aunque sólo sea en parte. Y ese es factor nuevo en la ya difícil tarea de resolver el añejo problema que nos aqueja.
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