Jueves 30 de enero de 2014
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Aún no se ha abierto oficialmente el tiempo de campaña para los comicios generales de octubre próximo, y ya es notorio que el clima político se va agitando, incluidas las promesas electorales. Y ya hay encuestas y cábalas sobre quiénes serán candidatos. Este interés, legítimo por cierto, cuando hay crisis económicas, políticas o de confianza, hace que los ciudadanos vuelquen sus esperanzas en lograr la alternancia en el poder. Esto sucede cuando la democracia funciona.La Carta Democrática Interamericana, pese a que sus mecanismos aún no han funcionado en casos de flagrantes violaciones a la libertad, ratifica que uno de los elementos básicos de la democracia es la celebración de “elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo”. Pero, en ocasiones, hay justificada desconfianza de que los resultados de los comicios reflejen la auténtica voluntad de los votantes.
Por otra parte, se tiende a considerar que un gobierno es democrático cuando nace de elecciones. En realidad, una elección sólo es el comienzo de una experiencia que caracteriza una gestión gubernamental; éste es democrático cuando hay continuo respeto entre la mayoría y las minorías, y se preserva el Estado de Derecho, con instituciones libres de influencias partidarias.