Cuando, en la evolución, es grande el creador de la Teoría de las Especies, el que nació como posibilidad fue en el “Siglo de las Luces”, allá por 1800-1900, aunque antes se mostró con claridad, con su infaltable certeza en las luchas irredentas (Charles Darwin), en él nació una idea y una propuesta. El por qué de la “Revolución en la Involución” surge de un pensamiento nacido en la totalidad, en la contestación a un sistema social cruel: el del capitalismo, en todas sus versiones, criminal. Pero, no solamente se concentra en su desestimación, en su eliminación como realidad. El capitalismo responde, decididamente, a una esencia reaccionaria, a la que destina a los seres humanos al ostracismo.
Y, en este sentido, aquí se diseña la propuesta, aunque provisional, pero casi terminal, que afirma: “Todo hecho humano lo es, surge con la fuerza de las ideas revolucionarias, las que se magnifican en la decisión clara y noble, las que surgen del pensamiento claro que se encuentran en la idea del cambio radical”.
Desde que la especie humana nació y sobrevivió en Egipto, o posiblemente Kenia, y quizás Tanzania, nació un proyecto imposiblemente realizado, el grupo de personas que partió al mundo empezó una historia todavía no acabada, la secuencia del “homo sapiens”, cruzando el Mar Rojo, una aurora de revelación nació para construir el nuevo territorio humano. Cruzaron esa masa de agua, llamado Mar Rojo, y pasaron primero a Arabia. Les tardó mil años llegar a Oceanía por comida, eran todavía “homo erectus” que acabaron desapareciendo. En realidad su estirpe civilizadora escapó de África, por condiciones de hambre, aproximadamente hace 110 mil años. Sus huesos se encuentran en una cueva de Israel, como primera y cierta evidencia de especie del ser humano moderno. No hay otras pruebas, pero la ciencia no las descarta.
A América llegaron hace apenas 13 ó 20 mil años, no se tiene certeza del tiempo real, mínimos en etapas geológicas por el Estrecho de Berhing en la última edad de hielo, la que sufrió la Humanidad en esa etapa. Pléyades de expulsados de Asia Central por sus arrebatos totalitarios fueron impulsados a buscar otras tierras. Las encontraron en territorio virgen pero no para crear sino para hacer perversiones en nombre de un Dios Sol detestable, así se constituyeron las civilizaciones que hoy los españoles alaban desintegrando a la clase que contribuyeron a hacer nacer, la clase media con derechos a vivir y trabajar en España porque tiene la sangre que ellos niegan. El idioma y la estirpe lo dice todo.
Pero esos seres peludos, no negros, ya llevaban en su mente lo que definió el futuro de la humanidad blanca, negra o japonesa, su esencia de creadora de un nuevo régimen. A raíz de ese hecho histórico nada fue igual. El “homo sapiens” con una edad de 200 ó 300 mil años, no lo sabemos todavía, sería complicado definirlo, se atrevió a un mundo nuevo. Ese ser, descendiente de los primeros mamíferos nacidos en tiempos irredentos fue capaz de asumir su obligación y lo hizo con holgura.
Un asteroide de 10 kilómetros de diámetro cayó en el Golfo de México e hizo posible la desaparición de los dinosaurios y el surgimiento de los primeros mamíferos a los que deben los seres humanos su origen. Y la Humanidad malvada pero cierta se hizo posible en sus hazañas incontables. Ella nació para pervivir, pero también para destruir. No obstante la perfidia acompañó a esos hombres y mujeres a la perdición. En aras de conquistar la Naturaleza se dedicaron a los peores crímenes, rayanos en el Demonio falso. Desde que asumieron su propio “yo” cometieron las peores fechorías. “Solamente unos cuantos escogidos arrebataron el poder y lo utilizaron en sus peores instintos”. Aún a pesar de sus logros, la democracia griega era imperfecta. Su mayor error incurrió en su desprecio por los humildes, ignorantes, pero gente. Exclusivamente Sócrates, Platón, Aristóteles y Demócrito la hicieron perfectible, pero murieron hace demasiado tiempo. Aún a pesar de sus logros esa democracia era frágil. Los germanos la hicieron más deleznable a pesar de sus creaciones tecnológicas. Ninguna democracia puede basarse en logros, sino en ideas. Ellos solamente repitieron lo que les convenía a pesar de Cicerón, el gran pensador romano. Era muy humilde para un Estado represor y totalitario.
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