Miercoles 22 de enero de 2014

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Hay preguntas que se hacen los pueblos de todo el mundo: “El país en que vivimos, nos da todo; y ¿qué le damos nosotros?” con referencia a lo mucho que descuidamos el pago de impuestos y gabelas creadas por ley para el sostenimiento del mismo país; para que las autoridades de gobiernos puedan realizar obras de beneficio común; para que se levante infraestructura destinada a los servicios de salud y educación; para atender obligaciones que contraen los gobiernos y que son de beneficio.
Se dice que pagar impuestos “es castigo para todos” porque efectivamente nadie quiere hacerlo, especialmente porque se desconfía del destino que tendrán los fondos recaudados; pero, si las comunidades se basaran sólo en establecer qué se hace con los impuestos o, en casos, se duda de lo que hagan los gobiernos, no habría que pensar siquiera en pagar cumplidamente.
Cubrir las necesidades de quienes administran el Estado por ser gobierno designado democráticamente mediante el voto popular, es obligación de todos y nadie puede rehuir su cumplimiento; menos, por supuesto, que las autoridades permitan la existencia de sectores que ganan y no cumplen sus obligaciones con el fisco, casos, por ejemplo, de los contrabandistas, los cocaleros, las cooperativas mineras, organizaciones que dicen “contar con liberaciones especiales”, instituciones que lucran con la fabricación y venta de muchos productos; mercados de abasto que no dan factura, en fin, organizaciones que, por “tener influencias en los gobiernos”, rehuyen sus obligaciones tributarias.