Las relaciones diplomáticas y particularmente las que deben ser restablecidas entre nuestro gobierno y el de EE.UU. es el tema que preocupa profundamente al Primer Mandatario y su inmediato entorno de colaboradores, aunque traten de minimizar tal importancia con algunas evasivas políticas y ciertas poses que están lejos de reflejar la verdadera situación que pesa severamente en varios planes de la economía nacional.
Se reconoce la existencia de “puntos de vista divergentes” a propósito de las expresiones del Jefe de Estado, quien no pierde oportunidad para fustigar al coloso del norte con cualquier pretexto y variados motivos que no faltan a la hora de criticar “el modelo neoliberal” que rige en el coloso del norte y, aunque duela también, en el nuestro.
Pueden decirse muchas cosas, atribuirse causas sin justificativos plenos para mostrar algo que en la diplomacia norteamericana tiene una particular prioridad para “normalizar las relaciones con Bolivia a pesar de existir puntos de vista muy diferentes”, según lo explicó el encargado de negocios de la legación diplomática de Estados Unidos en La Paz.
La política del gobierno de Barack Obama en materia de relaciones exteriores tiene una serie de alternativas, casi todas sujetas a fines de cumplimiento en cierto tipo de acuerdos, como el que rige con nuestro país y está directamente relacionado con la producción excedentaria de coca, su control y la lucha abierta contra el narcotráfico que, según la evaluación técnica del país del norte, no se ha cumplido en el nuestro, lo que obligó a suspender la compensación que regía a través de la liberación de aranceles aduaneros para exportaciones.
La reducción de “la ayuda antinarcóticos al país” por parte de la administración Obama ha sido un duro golpe a nuestra economía y los planes de lucha contra el narcotráfico así se quiera minimizar tal efecto que todavía se siente.
Lo irónico del asunto es que mientras a través de la Cancillería se busca bajar las tensiones para restablecer relaciones, no faltan los discursos altisonantes y ciertas adjetivaciones contra el Gobierno norteamericano con el repetido slogan del imperialismo y la amenaza de implantar aquí un socialismo que enfrente a “las corrientes dominantes” o lo último al calificar a ese país como “basurero de delincuentes”, cosas que quiérase o no influyen en cualquier negociación.
De todos modos los diplomáticos de aquí y los de allí no adelantaron fechas, ni siquiera como dato a mediano plazo, sobre una posible regularización de las relaciones y la designación paralela de nuevos embajadores. El delegado comercial de EE.UU. reconoció que “existen puntos de vista diferentes… pero eso no significa que no podamos tener buenas comunicaciones”, lo que demuestra que está faltando interés mutuo en limar ciertas asperezas y pensar más en beneficios comunes por encima de las consignas meramente sectarias y políticas.
No hay que dejar de lado la expresión del Mandatario boliviano en la reunión con el cuerpo diplomático acreditado en el país cuando planteó la necesidad de reunirse más menudo con los embajadores para intercambiar ideas, sugerir, debatir y aprender de los organismos internacionales , hay buenas intenciones, pero todavía predominan signos de soberbia que afectan la diplomacia.
Fuente: LA PATRIA
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