Cuando avanza la primera quincena del nuevo año, queda un marcado desaliento en el sector industrial del país debido a que en la gestión pasada se observaron señales y acciones económicas, jurídicas y sobre todo políticas que retrasaron algunas inversiones para el sector productivo privado, lo que se tradujo en menos fuentes de empleo y en un retraso real del crecimiento del sector industrial manufacturero.
Las estadísticas del movimiento industrial que reveló el máximo ejecutivo del sector, Presidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI), señalan un estancamiento en la industrialización del país en una proporción del 16 %, porcentaje similar al que se presentó hace tres décadas.
Por otro lado, se registró un 15 % de incremento en las importaciones de bienes de consumo (alimentos y bebidas), lo que sustituyó a la producción de tales productos en el plano nacional, estimándose un crecimiento de sólo el 3,5 % por debajo de la economía boliviana que cerró con 6,5 %, en el registro del PIB según los datos de la CNI.
Si bien se mencionaron algunas medidas para favorecer el crecimiento de la industria nacional, tales muestras correspondieron evidentemente al apoyo que se dispuso para el sector productivo estatal, con medidas específicas para mejorar su crecimiento bajo conminatoria de asegurar un mayor volumen de productividad en la nueva gestión.
En tanto en el sector industrial privado se hace patética la preocupación de los empresarios, debido a que tres señales adversas persistirían en el nuevo año, tal el caso de medidas económicas, políticas y jurídicas, lo que elevaría los costos de producción industrial, generando una reducción de la competitividad industrial que se apreciará en desincentivar las inversiones y por tanto se afectará la producción nacional en todos los rubros industriales y de manera especial en el manufacturero.
Algunas medidas económicas han aumentado la incertidumbre del sector industrial, el caso del doble aguinaldo que altera los presupuestos de las empresas, además de lo que significó un aumento salarial que por supuesto tendrá también otra variante en la gestión del 2014, como sucede cada año, por efecto de un proceso “tradicional” de elevar los salarios, aspectos que en los hechos elevan los costos de producción obligando a tomar medidas drásticas, como la reducción de personal y con el resultado de una disminución en la producción, las ventas nacionales y/o las exportaciones.
Sin embargo se reconoce también la intencionalidad de alcanzar acuerdos importantes entre el sector público y el privado, como anunció el Presidente del país, que en cierto modo lanzó un reto al empresariado nacional para producir un cambio en el sentido asociativo, de modo que presupuestos del Estado y capitales privados puedan fortalecer las empresas de ambos sectores, garantizando fuentes de empleo y una producción diversificada que cubra las expectativas de la población y naturalmente de los empresarios y del Estado.
Lo que hace falta es plasmar el programa en una muestra abierta de entendimiento con diálogo fluido y permanente para fijar metas concretas que se conviertan en estímulos para los sectores que hagan crecer sus volúmenes de producción, asegurando empleos y beneficios colaterales para desarrollar el país.
La exigencia es que además se disponga las medidas necesarias que den seguridad, estabilidad y suficiente garantía para invertir, producir, cubrir las necesidades del consumo interno y luego exportar, preferentemente con valor agregado que sería resultado de un proceso industrial en crecimiento, sin trabas de ningún tipo.
Fuente: LA PATRIA
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