Miercoles 08 de enero de 2014

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El vocablo “puma”, arrimado al poder, se ha puesto de moda. En Quechua “ch`ampa” quiere decir enredo, caos, confusión; exactamente lo que ha ocurrido (y tal vez sigue ocurriendo) entre la demanda de pasajes y la angurria de los transportistas. Un año, en estas mismas fechas, se lanzó el gasolinazo: “a ver cómo lo toma el soberano”. Tambaleó el Gobierno, y después levantó las manos con un eufemismo demagógico: “gobernar obedeciendo al pueblo”.
Por esa traumática experiencia, siempre había el temor de que sucediera otro golpe similar. Y así fue, esta vez un socio cogobernante se encargó de ejecutarlo. La Confederación de Choferes (empresarios sindicalizados) aprovechó el pánico para ajustar cuentas con los viajeros, en connivencia con la misteriosa ATT. Ahora el nuevo Súper Estado amenaza con bloquear el país si se retracta el funcionario que autorizó.
Los pasajes subieron hasta en un 50 %. Como los turistas eventuales no forman sindicato, no hay quién los defienda. Ante los reclamos, los boleteros lo único que hacen es mostrar la fatídica resolución 0178/ 2013. Es sin duda uno de los efectos perversos del aguinaldo electoral, pero los que así empobrecen al pueblo todavía esperan de él su voto; creen que seguirá siendo el tonto útil para que los vivos inútiles sigan disfrutando del poder.