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Domingo 05 de enero de 2014

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Cultural El Duende

Juana de Ibarbourou

05 ene 2014

Juana de Ibarbourou. Poeta uruguaya, nació el 8 de marzo de 1892 y falleció el 15 de julio de 1979. Bautizada Juana Fernández Morales, firmó sus poesías como Juana de Ibarbourou. En 1929 fue proclamada “Juana de América”. Ha publicado, entre otros, los poemarios: “Las lenguas de diamante”, “La rosa de los vientos” y “Romances del Destino”.

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Como una sola flor desesperada

Lo quiero con la sangre, con el hueso,

con el ojo que mira y el aliento,

con la frente que inclina el pensamiento,

con este corazón caliente y preso,

y con el sueño fatalmente obseso

de este amor que me copa el sentimiento,

desde la breve risa hasta el lamento,

desde la herida bruja hasta su beso.

Mi vida es de tu vida tributaria,

ya te parezca tumulto, o solitaria,

como una sola flor desesperada.

Depende de él como del leño duro

la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro,

que solo en él respira levantada.

Reconquista

 

No sé de dónde regresó el anhelo

de volver a cantar como en el tiempo

en que tenía entre mi puño el cielo

y con una perla azul el pensamiento.

De una enlutada nube, la centella,

súbito pez, hendió la noche cálida

y en mí se abrió de nuevo la crisálida

del verso alado y su bruñida estrella.

Ahora ya es el hino centelleante

que alza hasta Dios la ofrenda poderosa

de su bruñida lanza de diamante.

Unidad de la luz sobre la rosa.

y otra vez la conquista alucinante

de la eterna poesía victoriosa.

La higuera

Porque es áspera y fea,

porque todas sus ramas son grises,

yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos,

ciruelos redondos,

limoneros rectos

y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras,

todos ellos se cubren de flores

en torno a la higuera.

Y la pobre parece tan triste

con sus gajos torcidos que nunca

de apretados capullos se viste...

Por eso,

cada vez que yo paso a su lado,

digo, procurando

hacer dulce y alegre mi acento:

“Es la higuera el más bello

de los árboles todos del huerto”.

Si ella escucha,

si comprende el idioma en que hablo,

¡qué dulzura tan honda hará nido

en su alma sensible de árbol!

Y tal vez, a la noche,

cuando el viento abanique su copa,

embriagada de gozo le cuente:

¡Hoy a mí me dijeron hermosa!

La Hora

 

Tómame ahora que aún es temprano

y que llevo dalias nuevas en la mano.

Tómame ahora que aún es sombría

esta taciturna cabellera mía.

Ahora que tengo la carne olorosa

y los ojos limpios y la piel de rosa.

Ahora que calza mi planta ligera

la sandalia viva de la primavera.

Ahora que en mis labios repica la risa

como una campana sacudida aprisa.

Después..., ¡ah, yo sé

que ya nada de eso más tarde tendré!

Que entonces inútil será tu deseo,

como ofrenda puesta sobre un mausoleo.

¡Tómame ahora que aún es temprano

y que tengo rica de nardos la mano!

Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca

y se vuelva mustia la corola fresca.

Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿No ves

que la enredadera crecerá ciprés?

Para tus amigos: