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Domingo 05 de enero de 2014

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Cultural El Duende

Sentido y forma del “Enigma Estético” de Franz Tamayo en la “Dedicatoria” de la Prometheida

05 ene 2014

El 11 de diciembre de 2013 en ambientes del Club Oruro, el escritor Carlos Condarco Santillán presentó el opúsculo literario “La Dedicatoria de La Prometheida”, apuntes para su análisis, donde explica uno de los poemas de Franz Tamayo. El profesor Javier Wilson Tarqui Maldonado estuvo a cargo de la valoración a la obra con el siguiente ensayo

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¿Quién es don Carlos Condarco Santillán?

Carlos Condarco Santillán, escritor orureño, nació el año 1946. Su formación comenzó en el Colegio Anglo Americano, luego cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz; posteriormente en la Escuela Nacional de Maestros “Mariscal Sucre” en Chuquisaca. Se licenció en antropología en la Universidad Técnica de Oruro.

Su amplia formación humanística le permitió beber de las fuentes clásicas, merced a ello su pluma no ha dejado de escribir apasionadamente, cultivando una lírica delicada pero sin descuidar otros géneros como la narrativa y el ensayo. La versatilidad del maestro, antropólogo y poeta, le permite navegar cómodamente por los mares de la literatura, o ascender por las montañas del pensamiento humano, con la misma facilidad con que un niño cambia de escenario en sus imaginativos juegos; valioso don que le permitió lograr distinciones como el Premio “Andrés Bello” en narrativa, o el Premio Nacional de Cuento “Franz Tamayo”, sin abandonar su afición por la caballería o sus disquisiciones antropológicas.

Hoy en día, acucioso y paciente investigador, amante de la literatura clásica, tiene en su haber varios trabajos relativos a la obra poética del insigne Franz Tamayo, consecuentemente se ha convertido en una de las pocas autoridades versadas en la obra del gran vate boliviano, figura cumbre de la literatura nacional. No extraña, por tanto, la aparición de un nuevo aporte de nuestro grato amigo al acervo literario nacional. Pero para hablarles del opúsculo titulado “LA DEDICATORIA DE LA PROMETHEIDA” de don Carlos Condarco Santillán, es necesario hacer una introducción de manera general.

Franz Tamayo: Pensador, Político y Poeta

Tamayo fue un hombre marcado por la historia desde su nacimiento, el año del conflicto bélico con chile, 1879. Sus padres: doña Felicidad Solares de quien tenemos muy pocos datos, como el hecho de ser de raíz indígena; su padre en cambio fue bastante conocido: don Isaac Tamayo Sanjinés, político paceño que llegó a ser prefecto de La Paz y Ministro de Gobierno.

Isaac Tamayo, pese al gamonalismo imperante, consideraba al indio como el núcleo de la nación boliviana. Pensamiento que calaría profundamente en Franz Tamayo, y germinaría en ideales gracias a la cuidadosa educación en humanidades que se le brindaba, con asignaturas que incluían lecciones de piano, alemán, inglés y francés. Su juventud fue más académica todavía, pues su familia en 1899 se estableció en Europa, y después de un fugaz retorno a Bolivia en 1904, su padre le propició en 1908 estudios en La Sorbona de París. Es fácil deducir entonces el contacto que tuvo Tamayo con las culturas, las lenguas y los escritores del viejo mundo, especialmente los clásicos.

El fin de su matrimonio con la francesa Blanca Bouyon, quien no lograba soportar el contraste París-Bolivia, inspiró (piensan muchos) la famosa “Balada de Claribel”. Sin embargo, Tamayo halló consuelo y apoyo en María Galindo con quien se unió por segunda vez, al margen del matrimonio, compartiendo los resultados buenos y también las adversidades de una multifacética carrera de abogado, poeta, pensador, ensayista, periodista, dramaturgo y parlamentario.

En palabras de Fernando Diez de Medina, “Las polémicas del sociólogo alternan con los proverbios del filósofo; las luchas políticas con los versos del artista. Filólogo, hombre de leyes, humanista en el sentido más profundo del vocablo, toda disciplina cívica le es familiar. Ha sido diputado, diplomático, asesor jurídico, Ministro de Estado, Canciller y Presidente electo de la República, cargo que no alcanza a desempeñar por razones de política interna. Orador de garra, aún se escucha su verbo olímpico, que maridando la lógica con la elocuencia, dictó verdaderos cursos de derecho público y moral social”. Apreciación más que justificada si consideramos por ejemplo la “Creación de la Pedagogía Nacional”, conjunto de editoriales publicados en El Diario, en cuyas páginas se fustiga duramente las taras de la educación boliviana, tales como el bovarysmo pedagógico o fingimiento del saber ajeno como si fuera propio, y la incapacidad de producir una sola idea propia. Además, la reivindicación del indio como único ser que estaría en condiciones de fortalecer la identidad nacional y la estructuración de una nueva pedagogía también nacional. Estas ideas son antecedentes directos del indigenismo y del nacionalismo que recién surgirían décadas después, y terminarían con la revolución agraria y la nacionalización de las minas.

Todo lo anterior bastaría para inmortalizar la memoria de cualquier personaje, pero aún falta la faceta más importante de la personalidad brillante de Tamayo: la del poeta que se alzó como una montaña lírica en la planicie.

¿Hermetismo?

Fernando Diez de Medina afirmaba que “a Tamayo lo leen pocos y lo entienden menos”, y Adolfo Cáceres reafirma este aserto señalando que “la calidad de su obra es insuperable. Pero, lamentablemente no es un poeta leído y muy pocos logran interpretar su trabajo.”; solamente escuchando estas dos aseveraciones de autoridades en el tema, surge en la mente de cualquier lector la misma pregunta que se hacía Alberto Bailey cuando pronunciaba su discurso de ingreso a la Academia Boliviana de la Lengua: “Por qué está él tan dramáticamente lejos del público, de la crítica, de las antologías de los textos literarios, no sólo del continente, sino especialmente de Bolivia, de sus universidades, de sus catedráticos y de los programas educativos.”

La respuesta también surge por sí sola, luego de revisar la génesis de Franz Tamayo. Dado su profundo conocimiento de las culturas, lenguas y escritores clásicos, sumado esto a sus conocimientos sobre el “Arte Poética” de Horacio, adquirido todo aquello por su gran afición a la lectura, transformado luego en convicción, pasó a formar parte del bagaje cultural y del estilo literario del “Hechicero del Ande”, inalcanzable para el común de la gente.

Tamayo ya tiene el fuego del profundo lirismo helénico, ya no es un admirador simplemente, ahora es un cultor del mismo, aunque inscrito dentro del modernismo. Su universo literario es inmenso; su sensibilidad musical enorme, desarrollada gracias al piano; sus valores, conceptos universales, símbolos, son clásicos; pero integrados al legado profundamente boliviano de sus padres; su dominio de las lenguas clásicas y modernas le hicieron dueño de un caudal lingüístico incalculable, acrecentado aún más por el consejo Horaciano de usar palabras y expresiones nuevas para las ideas nuevas, como las voces derivadas del griego y latinizadas o aquellas que en nuestros días llamaríamos neologismos.

Horacio es, en definitiva, la influencia decisiva de Tamayo, pues el estilo poético de éste está impregnado de las ideas contenidas en la “Epístola a los Pisones”, más conocida como “Arte Poética” de Quinto Horacio Flaco, cuyo espíritu está contenido en el apartado XXIII: “Estudiad los modelos griegos; leedlos noche y día”, “condenad todo poema que no ha sido depurado por muchos días de corrección”, norma que motivaba al poeta a someter a juicio de algunos conocidos no aduladores, aquello que escribía; y muchas otras originadas en el clasicismo aristotélico.

Pareciera que Tamayo se aleja más y más del lector, cobrando vigencia la afirmación de que Tamayo es una montaña lírica en medio de la planicie intelectual: se requiere mucho bagaje cultural, conocimiento de otros idiomas, conocimiento de la cultura grecolatina, sus mitos, su épica, conocer primero a Homero, Sófocles, Eurípides, Aristóteles y al latino Horacio. ¿Tamayo escribió una literatura ajena al contexto boliviano? ¿Tan lejos está de nuestro alcance? ¿Son culpables de esta distancia la escuela, los maestros, la sociedad o uno mismo? ¿No se puede revertir esta situación?

En nuestra búsqueda de respuestas, tenemos la fortuna de contar con personas preocupadas por este y otros problemas; lectores, investigadores y escritores que sugieren, no una, sino varias pautas de solución del problema, entre ellos don Carlos Condarco Santillán.

La primera respuesta que obtuvimos fue rotunda: Bolivia está presente en toda la obra de Franz Tamayo: los escenarios poéticos, el entramado y las recreaciones de mitos, símbolos universales y creencias son totalmente bolivianos y andinos. El espíritu del habitante de una nación enclavada entre las montañas y rodeada por un mar de vegetación (los valles y llanos), sus costumbres, sus virtudes, forman parte de una expresión lírica rica en connotaciones que la mayoría de la gente no sospecha, pero están ahí.

Ahora, ¿cómo acortar distancias entre el lector y Tamayo? Condarco siempre tuvo la idea clara. Tamayo está en sus libros, ésa es la forma de llegar a él, salvando la brecha que nos distancia; primero tienen que reeditarse esos libros.

En segundo lugar, hay que formar lectores para Tamayo. Aquí está comprometida la escuela, pues en ella gradualmente se ha ido abandonando el estudio de humanidades clásicas. No hay que renunciar al mundo clásico, la cultura, la literatura clásicas. Son modelos que nunca envejecerán, dignos de imitar, no para lograr la perfección, pues eso sí está fuera del alcance de la escuela, aunque no debiera decirse lo mismo acerca de la universidad.

No debe asustamos el hecho de que pocas personas lean a Tamayo. ¿Quién lee corrientemente a Horacio en nuestros días? ¿Quién a Dante, que es más accesible? Hay escritores y literaturas que no se han hecho para el común de la gente. Es cierto, pero todos deberíamos tender a querer formar parte de ese grupo de élite. Lo que debemos exigir todos: autoridades, padres, maestros, estudiantes, es que las oportunidades sean iguales para todos; que el libro esté disponible para quien quiera leer. Tamayo debería llegar a todas las escuelas y bibliotecas públicas y privadas a costos bajos: el resto seguirá siendo elección individual, pero guiada por una constante motivación extrínseca.

Y tenemos una última reflexión para digerir a Tamayo: siempre tener a mano un diccionario especializado. Hoy en día puede caber en un celular, entonces no es un gran impedimento.

Virtudes de “La Dedicatoria” de La Prometheida. Apuntes para su análisis

Acortar distancias entre el lector y la obra de Tamayo, eliminar barreras, formar lectores, motivarlos; si a esto añadimos la sana intención de personas que quieren ayudar, pues vamos por buen camino.

En el caso específico del opúsculo LA DEDICATORIA DE LA PROMETHEIDA, APUNTES PARA SU ANÁLISIS, Carlos Condarco hace gala del conocimiento logrado durante tantos años de estudio y ofrece lo que sólo la generosidad de un escritor boliviano puede ofrecer: poner a disposición de los lectores un trabajo pacientemente elaborado, financiado con fondos propios, sin el respaldo de ninguna institución, ni pública ni privada. Hacer esto en un país en el que casi ningún escritor independiente recupera la inversión realizada, ni mucho menos se alimenta en base a sus escasas ventas, es un gesto totalmente quijotesco.

La función del libro, su uso, dependerá mucho del tipo de lector, pero eso sí, a todos les servirá: para el lector que ya tiene bastante recorrido será útil como libro de consulta especializada, por la profundidad del análisis realizado; y también será útil para el lector iniciado, por la explicación sencilla y didáctica, tanto del hilo argumental del poema como por la presencia de un apartado para el vocabulario tamayano, y otro para el glosario de términos históricos y mitológicos. Con toda esta ayuda, el sentido y la forma del poema se develan con mucha facilidad, y sólo queda el disfrute de tan monumental obra poética.

El libro comienza introduciendo al lector hacia la comprensión del poema “DEDICATORIA”, con la ejemplificación de la maravillosa eufonía de algunos versos del ruiseñor invisible de La Prometheida: Melifrón. El lector queda impactado cuando la distribución de vocales de los versos que muestra Condarco, es leída de manera continua. El resultado es una perfecta “mímesis”, una musicalización idéntica al melancólico trino canoro: ¡tal y como si el ave estuviera presente!, efecto que sólo Tamayo podía lograr.

Identificación del Poema

TEMA: La Dedicatoria es un poema independiente, algún autor dijo que era la introducción a la tragedia. No. La introducción o prótasis de la tragedia griega tiene otra función, es presentar el momento, los incidentes, introducirnos en la trama trágica. Aquí no, este poema es como un frontispicio que antecede hasta tipográficamente a la obra.

ANÁLISIS INTERNO (CONTENIDO) La Dedicatoria tiene valor propio, en él se cuenta la génesis de la creación de La Prometheida, su triunfo sobre las adversidades, pero no lo dice escuetamente, sino con un lenguaje altamente simbólico, con una carga tremenda de símbolos y con una habilidad estética maravillosa en la construcción poética.

Al interior del poeta el bronce y el cristal se disputan la primacía de la creación, el bronce representa la épica, y el cristal la lírica, pero finalmente ambas se conjugan y surge lo dramático, con un alto contenido lírico. El poeta nos muestra sus motivaciones, sus agonías y su triunfo final como creador, es decir, como “Poietes”

La dedicatoria, entonces, es un poema que muestra el nacimiento de la forma mixta de la tragedia lírica en La Prometheida:

Al fin bronce y cristal, lírico dúo,

la musa maridó, que ahogara válida

de la fiera cercada el ronco arrúo!

La vida dio su flor. Láurea crisálida

ya es mariposa azul al aire rosa,

y es pomo de oro la corola pálida.

Podemos ahora comprender a la flor como símbolo de la poesía Tamayana.

Análisis de formas interiores (Estructura)

Versificación

METRO: Se trata de treinta y dos tercetos en decasílabos clásicos de rima perfecta encadenada, un endecasílabo final clausura la rima del último terceto.

Los noventa y siete versos endecasílabos de este poema son analizados para ver su desarrollo y los recursos estilísticos de Franz Tamayo, las figuras y los símbolos preferidos por él, que en muchos casos son recurrentes en otras obras, por ejemplo la flor que viene a ser un símbolo en la poesía tamayana, también usada en Scherzos y otras obras.

RIMA Y RITMO: La rima es consonante, rica y selecta. En cuanto al ritmo, la variedad rítmica, la distribución de los acentos es notable, respondiendo a las necesidades estéticas del poeta, que usa versos endecasílabos italianos, sáficos, anapésticos, etc.

El estilo está plagado de las figuras literarias favoritas de Tamayo: prosopopeyas, aliteraciones, metáforas, perífrasis, paronomasias, paradojas y muchas más, frecuentes en el poeta.

CONCLUSIÓN:

Con este opúsculo, Carlos Condarco abre puertas para la comprensión del sentido y de la forma del “Enigma Estético” de Franz Tamayo en la “Dedicatoria” de La Prometheida; y al mismo tiempo, invita al lector a quitar por cuenta propia el carácter hermético que se le atribuía al formidable tesoro literario que aguarda paciente en otros libros del eximio escritor.

Quienes así lo decidan, habrán tomado una inmejorable decisión, pues el “Hechicero del Ande” seguirá esperando a sus lectores para darles a probar un poco de su maravillosa literatura.

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