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Domingo 05 de enero de 2014

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Cultural El Duende

Desde mi rincón

Carme Junyent: ‘Que se acabe esta comedia de desdoblar en masculino y femenino’

05 ene 2014

Fuente: LA PATRIA

Bel Zaballa

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Cuando uno ya hace bastantes años, en enero de 1998, publicó el artículo “Lenguaje: sexo y género”, y ahora se encuentra con una lingüista (nótese que he escrito ‘una’) que milita en las mismas obviedades del sentido común que uno, sin tener nada de lingüista, no puede menos que quedar reconciliado con la capacidad propia en exclusiva de nuestra especie de buscar y encontrar la verdad, ese bien que tantas veces tememos y del que incluso huimos; o nos dejamos obnubilar por intereses creados, pseudoverdades o verdades parciales... o autoengaños o sofismas destructores. Me complace, pues, ofrecer la traducción de casi toda la entrevista aparecida en el periódico virtual Vilaweb (31.10.13). La entrevistada Dra. Junyent Figueras, profesora en la Universidad de Barcelona, acaba de publicar el libro Visibilitzar o marcar. Repensar el gènere de la llengua catalana; Barcelona, Empúries, 2013) con los trabajos de un simposio que había coordinado y dirigido. Sobre la capacidad de las ‘revoluciones’ de cambiar el lenguaje, no me resisto a recordar las fantasías de Marr y Stalin en la dictadura soviética. Como bien dice la autora, sólo se refiere a la aberrante vertiente gramatical de la reivindicación feminista; en cuanto al fondo no gramatical del problema (¿el papel de la mujer) en la sociedad?), es otra cuestión, todavía más cargada de dogmas (por tanto, de más escaso sentido común); en lugar de mandar cambiar a los ‘hombres’, acaso fuera mejor invitar a todos a cambiar todo lo que el invocado ‘sentido común’ mostrara que conviene cambiar. TAMBOR VARGAS

Primera de dos partes

Bel Zaballa (B.Z.) Desde hace algunos años, documentos, disposiciones legales y discursos se han llenado de ‘todos y todas’, ‘bienvenidos y bienvenidas’, ‘niños y niñas’, ‘alumnados’ y ‘personas trabajadoras’. A veces se llega a expresiones caóticas o ridículas. Estos desdoblamientos y nombres genéricos ¿hasta dónde hacen más visibles las mujeres o discriminan? ¿Cómo afectan el lenguaje estos cambios y cómo pueden acabar deformando la gramática? Hablamos de ello con la filóloga Maria Carme Junyent, quien afirma que todo nace de la confusión entre los conceptos de sexo –que es un rasgo biológico de los seres vivos– y género –categoría gramatical que afecta el sustantivo y determina sus concordancias–. Confusión y voluntad de dar más presencia a las mujeres que no ha tenido en cuenta el funcionamiento de la lengua y que en cierta manera la ha pervertido.

B.Z. – Dice que cuando comenzó el movimiento feminista tomamos el ejemplo de la lengua inglesa, que no tiene género, y que esto nos ha conducido a deformar la gramática…

Carme Junyent (C.J.) – Como que el inglés no tiene género, lo han de marcar para poder saber si se refieren a un hombre o a una mujer. Aquí cogimos esta teoría, sin tener en cuenta que el catalán y, en general, las lenguas románicas, sí tienen género. Y por tanto nosotros sí que podemos diferenciar. Durante todos estos años se ha ido complicando el asunto y esto también ha llevado a la ridiculización del movimiento feminista, porque jugando con la gramática han salido cosas muy absurdas. Se trataba de visibilizar, no de violar la gramática. Yo entonces había escrito algunos artículos oponiéndome, que pasaron desapercibidos. Hasta que llegó el momento en que esto se convirtió ley y en que todos los documentos oficiales se habían de escribir de esta manera. 

B.Z. – Era una manera de dar visibilidad a las mujeres a través del lenguaje. 

C.J. – Se creyeron estas teorías y quisieron implementarlas aquí, con todas las consecuencias y cada vez con historias más delirantes. Como puede verse en el libro, estuvieron a punto de aprobar una ley que hablaba de ‘personas adolescentes’ y ‘personas infantes’. Puedo compartir su intención, ¡pero esto carece de todo sentido! Quizás mi problema es que soy lingüista.

B.Z. – Justamente para esto hablamos con usted. Explíquenoslo…

C.J. – Cuando desdoblas y de un masculino haces un femenino, no siempre das la ‘versión mujer’ de la palabra. Y te puedes encontrar con sorpresas desagradables, como por ejemplo ‘minyó-minyona’ [niño-sirvienta], ‘infant-infanta’ [bebé-infanta] o el más emblemático, ‘home públic-dona pública’ [hombre público-prostituta]. A menudo, cuando se desdobla, las mujeres salimos perdiendo. Esto incluso las primeras feministas lo decían: ‘El género es un arma cargada’. Ésta no podía ser la estrategia. 

B.Z. – ¿Cuál ha de ser la estrategia?

C.J. – Hay muchos usos que se pueden cambiar, que afectan al léxico, pero no la gramática. Y sobre todo hay que tener en cuenta que las gramáticas son como son, al margen de la voluntad de los hablantes. Nadie se puede inventar una gramática, ni siquiera una academia. Esta arrogancia es el hecho que menos se entiende. Suponer que por un acto de voluntad se puede cambiar la gramática: eso sí que es totalitario. 

B.Z. – En el libro se recuerda varias veces que en catalán, por la evolución que ha tenido la lengua, el masculino es la forma no marcada y el femenino, la marcada. 

C.J. – Esto siempre lo comentaba con Joan Solà. Y le decía: ‘Si el masculino y el femenino, en lugar de llamarse así, se llamaran “género A” y “género B”, este debate no lo habríamos tenido nunca’. Porque hay muchas maneras de clasificar los sustantivos. Hay lenguas que dividen entre animados e inanimados; otras, entre humanos y no humanos; y unas que tienen una veintena de géneros diferentes. Cada una lo hace a su manera. Y en un par de casos el género no marcado de la lengua es el femenino, y esto no tiene nada que ver con el comportamiento ni con la visibilización; son sociedades tan machistas como la nuestra. Atacábamos una cosa que realmente no tenía nada que ver con la situación de la mujer. 

B.Z. – ¿Entonces no está de acuerdo con Albert Pla Nualart, quien dice que el hecho de que el término no marcado sea el masculino y el marcado el femenino es el reflejo en la lengua de muchos siglos de cultura patriarcal?

C.J. – No. En absoluto. 

B.Z. – A continuación lo compara con las expresiones relativas a la religiosidad de nuestro lenguaje, y dice que de la misma manera que esto no nos hace mantener la fe, el uso del masculino genérico no hace ni más ni menos feministas a quienes los usan

C.J. – La diferencia es que esas expresiones religiosas no tocan la gramática. El marcado afecta el sistema de la lengua, e impone unas jerarquías. Si una lengua tiene un término para ‘verde’ también tiene uno para ‘rojo’. La lengua funciona así. No nos puede pasar por la cabeza sacar el rojo, es impensable; pero, en cierta manera, con las duplicaciones y la pretensión de marcar más el género se ha hecho esto.

Continuará

Fuente: LA PATRIA
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