Bien visto, el resumen de buenos deseos y propósitos expresados al comenzar el año todos los años, es más o menos el mismo. Igual que el resumen de lo ocurrido el año que termina. Todo lo que ocurrió y lo que hicimos fue bueno y esperamos hacer y que nos ocurra todo lo mejor. Nos portamos bien, estamos agradecidos con la vida porque fuimos premiados con bendiciones y satisfacciones. Se justifican así los buenos deseos que nos expresamos mutuamente al empezar el año, cada año.
Es el optimismo natural que hace marchar adelante al ser humano. Es la maravilla de la mente que al archivar en algún desván escondido lo negativo y mantener a flote sólo lo bueno y positivo nos libra de la esquizofrenia. Y hace que vivir la vida valga la pena.
Pero la vida en comunidad exige más que sensaciones personales, que son siempre subjetivas. La convivencia diaria demanda un balance histórico para planificar el futuro común con un buen nivel de objetividad a partir de hechos de preocupación fundamental del conjunto social en que vivimos. Desde esa perspectiva, los desafíos de hoy son los mismos de hace una década.
Sin afán de hacer balance total, el resumen del 2013 puede compararse con el de diez años atrás. Lo mismo que preocupaba entonces preocupa hoy a la gente. Y en algunos casos la cuestión es peor.
Persiste la corrupción. Sólo para citar algunos ejemplos, el escándalo de la red de extorsión que develó manzanas podridas en el gobierno y en la justicia, no tiene precedentes. Igual que los negociados como el de sobreprecio de Papelbol, la empresa estatal que el propio ministro de Economía calificó “oveja negra”. O el del crecimiento del narcotráfico que, según la Iglesia Católica, “parece crecer de forma amenazante” al punto que involucró incluso a jefes de la Policía. Y la “desaparición” de 45.000 toneladas de coca decomisada o las obras que figuran en los informes pero no existen en el Tipnis.
Hace diez años, el atropello a las naciones indígenas indignó a la gente de las ciudades. Hoy se las atropella igual, se ignora la defensa de su territorio legal y, peor que antes, se las debilita dividiendo a sus organizaciones y expulsando a las instituciones que las defendieron siempre. ¿Un botón más?, Las mujeres ayoreas son explotadas sexualmente y los varones utilizados como fuerza de choque y avasallamiento en Santa Cruz.
En fin, el balance del año ofrece toda la misma gama de temas de preocupación que hace diez años provocaron el hartazgo de la gente y sustentaron las demandas de cambio que hicieron eclosión en el 2005. Incluidos los que tienen que ver con los atropellos a la nueva Constitución por la que se peleaba entonces.
Al comenzar este año, que será eminentemente electoral, más que propuestas novedosas que no hay, bastaría recuperar esa agenda si los afanes de cambio persisten.
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