Viernes 27 de diciembre de 2013
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Editorial y opiniones
ALGO MÁS QUE PALABRAS
Ante un mundo en continua emergencia
27 dic 2013
Por: Víctor Corcoba Herrero
No es bueno para nadie que el mundo viva en una emergencia permanente. Las hostilidades deben cesar y el diálogo ha de ser el gran protagonista. Con frecuencia, los derechos humanos sufren abusos inconcebibles, y lo que es peor, los responsables de esas injusticias apenas rinden cuentas. Ahora bien, ante esta espantosa realidad no podemos caer en la desesperación, pero tampoco en la indiferencia. Tenemos que volver a la normalidad, al horizonte de la convivencia humana, a restablecer nuevos proyectos de concordia, más orientados al bien de todos y a la bondad humana. De ahí la importancia de líderes francamente comprometidos socialmente, dispuestos a dar lo mejor de sí por la cohesión ciudadana. Indudablemente, esto exige de una ética individual y de una solidaridad verdadera para superar los obstáculos que la globalización nos impone. Desde luego, a todos nos corresponde un papel en la solución de los problemas actuales, ante las controversias surgidas, de acuerdo con nuestras capacidades de asistencia.
El amor siempre será algo imprescindible, también en la sociedad más justa. Siempre habrá dolor que precise consuelo, siempre habrá sufrimiento que necesite de ayuda, siempre habrá un calvario en soledad que precise de acompañamiento. Efectivamente, las escaladas de violencia no cesan para desgracia nuestra. Las matanzas sectarias y las inciviles contiendas se suceden como los días. Hace falta un clima más armónico, pero las situaciones indignas se disparan, las luchas y divisiones siguen más vivas que nunca. Todo se ha vuelto muy inhumano y las amenazas más crueles se ciernen sobre las vidas de los más indefensos. Hasta la misma contaminación atmosférica a veces nos deja sin aliento. Por consiguiente, es hora de ponernos a salvo, de activar el sentido de la vida y de nuestra propia existencia, de avivar la dimensión comunitaria de cada persona, con el patrimonio de principios y valores expresados por Naciones Unidas. Quizás sea el momento de serenarse, de afanarse si acaso en buscar de la reconciliación de unos y de otros, a veces de uno mismo consigo mismo, de dejarse cautivar por la rectitud, por los buenos deseos, por la paz en definitiva.