El Nacimiento de Jesús y su recuerdo, año tras año, siempre es motivo para despejar todo lo negativo que hay en la humanidad. Lo es mucho más en situaciones donde existen discordias, antagonismos, odios, revanchismos, complejos y otros sentimientos negativos que lastiman a todas las comunidades de un país.
Navidad es sinónimo de unidad, amor, solidaridad y paz entre todos los hombres. Este es, en Bolivia, el deseo de todos para todos, olvidando lo que nos separa y donde se destierran siquiera momentáneamente los intereses creados o las no creencias en Dios, su Iglesia y la misión salvadora que trajo Jesús desde su nacimiento hasta su vida, pasión, muerte y resurrección.
“Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad” fue el mensaje – que retumba anualmente en todo el mundo, incluído el no cristiano – como un gran mandamiento de Dios y a ello nos acogemos quienes somos católicos de convicción y tenemos conciencia de que sólo el amor, la paz, la unidad y la armonía entre todos permitirán la superación de los problemas que nos separan.
No entender el valor y alcance de la celebración de la Navidad es menospreciar todo lo que une a la humanidad y la hace beneficiaria de todo lo que el ser humano es capaz de sentir y transmitir a los demás; porque con el nacimiento de Jesús, se abrieron los caminos del perdón, la comprensión, la fe, la caridad y la esperanza. Valores y sentimientos que incitan al ser humano a condenar todo lo que hace daño a la humanidad como son la pobreza, las guerras, el narcotráfico, la corrupción y todo aquello que está lejos del cumplimiento del Decálogo entregado por Dios a Moisés para cumplimiento de todas las generaciones.
Sentir la grandeza de la Navidad es desterrar los materialismos políticos y sociales, las conveniencias mercantilistas, las discordias entre hombres y naciones, las sinrazones de las guerras que propugnan los armamentistas y que las mantienen vigentes sin freno ni medida. Es tiempo en el cual se deben y pueden formular propósitos sinceros de rechazar todo lo que, en conciencia, sabemos que está mal y que lastima no sólo a la comunidad nacional sino a quienes son los encargados de administrar la patria con amor, conciencia, solidaridad y eficiencia partiendo del principio de que esa construcción traerá la paz anhelada y los mejores sistemas para derrotar a la pobreza.
La Navidad que une a las familias en cada hogar debe ser el inicio para unir a toda la familia boliviana porque sólo esa unión determinará que el próximo año sea constructivo y, además, tiempo de cambios y soluciones efectivas en pro de todos sin discriminación alguna.
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