Frente a los hechos ocurridos recientemente por la pugna de imponer tarifas del transporte que satisfagan las expectativas de ciudadanos, pero al mismo tiempo de los vecinos, salieron a relucir algunas posiciones elementales en la alternativa de satisfacer dos opciones que mediante el diálogo y sobre todo la comprensión entre partes puedan alcanzar una tercera alternativa para que todos estén tranquilos y vivamos felices.
Parece parte de un cuento, pues las condiciones en que se debatió el problema tarifario deja situaciones de difícil comprensión por la forma en que se presentaron, con características muy peculiares de esas contiendas entre grupos ávidos de imponer criterios y condiciones para sacar ventajas sin pensar en los efectos negativos que pudiesen causar en la comunidad, que siempre es la que recibe el impacto de los malos hechos.
El caso de las tarifas ya se movió en un intento más próximo a la realidad de la economía reinante a nivel familiar, tomando en cuenta en la apreciación a los transportistas que también tienen un hogar que mantener, por tanto el asunto de las tarifas no es ni será cuestión de imposiciones sectarias, cualquier arreglo debe ser resultado de un buen diálogo.
Hemos visto en este caso que pese a la resistencia de los vecinos, estaba ya en vigencia una tarifa “social” que incrementada levemente permitía cubrir las expectativas de los transportistas y era admitida “a regañadientes” por los vecinos, hasta que la falta de tino de ciertas autoridades permitió que “un estudio” elaborado por encargo edilicio anuncie un valor de pasaje por encima de todo límite económico de la ciudadanía. Era lógico esperar la reacción de los chóferes que se aferraron al “estudio tarifario” que les permitía un ventajoso sobre precio a su tarifa sugerida.
Naturalmente que semejante situación no podía ser admitida y el reclamo de los vecinos se hizo sentir en las calles, midiendo fuerza con los transportistas que acudieron a las medidas de presión, suspendiendo sus servicios y dejando a la población sin medios de transporte. Ambos lados resultaron perjudicados.
Lo que debió hacerse tiempo atrás era establecer una mesa de trabajo para que los representantes de los sectores directamente involucrados en el tema puedan analizar técnica, económica y socialmente la necesidad de cambiar las tarifas del transporte, pero bajo ciertas condiciones que sin afectar de manera directa la economía popular impliquen responsabilidad de los transportistas para mejorar sus servicios con lo que compensaría y justificaría un sobreprecio.
Las cosas tenían que darse de ese modo, de no haberse alterado un ciclo de negociación que pudo evitar enfrentamientos y perjuicios, sólo por falta de estrategias de adecuada previsión de conflictos que hubiera facilitado un buen acuerdo, quizás mejor al que ahora está vigente y mostrando la eficacia en el trabajo de las autoridades municipales, aun conociendo un informe que pudo manejarse simplemente como elemento referencial pero de modo alguno como una imposición autoritaria y sin elementos de justificación válida.
El caso de tarifas de transporte público tiene peculiaridades especiales en cada distrito, están las distancias, la topografía de las ciudades, las rutas asignadas, y en base a esas circunstancias tomar en cuenta la calidad de los servicios de modo que ofrezcan comodidad, seguridad y sobre todo el cumplimiento de horarios en la cobertura de todas las rutas aprobadas, así pueden equilibrarse tarifas y servicios, por tanto este asunto seguirá siendo una cuestión de conciencia entre transportistas, autoridades y usuarios.
Fuente: LA PATRIA
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