El consumismo y la pobreza navideña

Las fiestas de fin de año reavivan el sentimiento de solidaridad, pero también ponen al descubierto los niveles de extrema pobreza de la gente llegada de las provincias del Norte de Potosí, así como otras del Altiplano central, desde donde se movilizan cientos de niños junto a sus madres para recibir un presente navideño, que la mayoría de las veces consiste en un juguete o un chocolate, para “paliar la pobreza” de los campesinos de la región occidental del país.

Esta pobreza extrema es fiel reflejo de la situación en que viven muchas comunidades campesinas donde no ha llegado el pasto sintético para sus campos deportivos y lo que es más ni siquiera se ha logrado superar la situación de postergación y olvido que soportan estoicamente los campesinos que apenas consiguen tener cultivos de subsistencia y algunas cabezas de ganado.

La lucha contra la pobreza así resulta ser un enunciado más y no hay alternativa de desarrollo posible mientras no se piense a nivel de gobierno realizar nuevas inversiones que garanticen la generación de empleos y la productividad que sólo puede darse con adecuada planificación y un desarrollo participativo de las regiones para identificar sus vocaciones productivas.

Construir una región para aplicar el cambio propuesto por el Gobierno, no es dotar de viviendas a los que más tienen, ni tampoco favorecer a quienes son correligionarios del partido gobernante, sino al contrario supone preparar planes y proyectos que garanticen un crecimiento económico y sostenible de las comunidades más pequeñas, para generar riqueza que beneficiará a los campesinos más pobres de este país.

La pobreza campea en los hogares de los campesinos más humildes de la región y su situación lacerante les impide acceder a las autoridades para conseguir urgente atención para resolver su difícil situación, por lo que se ven obligados a ¨migrar¨ a las ciudades en busca de los presentes navideños que gracias a la generosa actividad que realizan en algunos medios de comunicación para recolectar juguetes, ropa y víveres para los niños campesinos.

En cambio los ostentosos sectores privilegiados como los cocaleros, contrabandistas y cooperativistas mineros gastarán el dinero a manos llenas, sin importarles la crisis que viven en el país, porque eso no les preocupa, puesto que son sectores que no contribuyen a sostener el erario nacional que se nutre con los impuestos que paga la población que hace los mayores esfuerzos por mantener viva la industria, el comercio y los servicios legalmente establecidos en el país.

El mayor gasto sin duda lo realizan las autoridades de gobierno que compran aviones, satélites y hasta gran número de automotores, lo que beneficia a quienes ejercen función de gobierno, lo que nunca favorecerá al pueblo que sigue afrontando los embates de la crisis social y económica que ahora tiende a agravarse por el alza del precio de los pasajes del transporte público.

Mientras la crisis golpea a los sectores mayoritarios de la población, un reducido número de gobernantes vive a plenitud este periodo de gracia y derroche de las arcas del Estado, sin asumir ninguna responsabilidad futura que debería traducirse en la inversión responsable para establecer y tener nuevas industrias, desarrollar la minería y no ponerle trabas que obligan al cierre paulatino de las minas chicas y el consiguiente despido de cientos de mineros que emergen de comunidades campesinas, donde nunca llegó nadie que les explique el cambio ni la discriminación de que son objeto.

Ojalá cambie para bien el modelo presidencialista que de momento favorece sólo a los sectores vinculados con el partido en función de Gobierno y no a los que más necesitan como el caso de los campesinos del Norte de Potosí y las provincias del sur de Oruro. El cambio debe ser beneficio para todos y no un consumismo desmedido que practican sólo unos cuantos.

(*) Periodista

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