Con un inusitado entusiasmo particularmente de la gente que recibirá doble aguinaldo, el primero que se pagó en los días anteriores y en algunos casos inclusive hasta mañana prácticamente ya se esfumó, pues la tentación de comprar de todo, especialmente los regalos para los niños, fue una muestra muy clara del proceso mercantilista de la nueva forma en que se celebra la Navidad.
Dos ferias ampulosas en el sentido de saturar las calles de Oruro con puestos de venta con la más variada oferta de artículos, sin lugar a dudas que resulta una tentación sin límite, o mejor dicho hasta el límite de un presupuesto prefijado que en muchos hogares quedará corto para satisfacer la expectativa de quienes esperan la Navidad con el sentido de recibir el obsequio soñado o el prometido en buena parte del año.
Hay quienes compran con método, eso significa con lista navideña organizada, para la familia y la casa, los parientes y hasta los amigos el asunto es que de cualquier modo algo tiene que regalarse para cumplir una misión con mezcla de vanidad, algo de solidaridad y en pocos casos con sentido de religiosidad recordando el Nacimiento de Jesús, un regalo divino que fue saludado en un humilde pesebre, como se observaba con la presencia de unos corderitos, en algunos casos el buey y la vaca y un gallito cantor.
Ahora los nacimientos han incluido todo lo que representa la actividad del más alto nivel mercantil y modernista, pues el Niño Jesús tiene variedad de juguetes incluyendo los cibernéticos.
La Navidad no desaparecerá, imposible, pues su sentido de religiosidad en recordación de la llegada del Hijo de Dios a la tierra, tiene un significado que no puede alterarse aunque, se sustituyen algunos valores, como que en muchos países ya no hay nacimientos ni pesebre, ahora se le da valor a Papá Noel y los árboles plásticos, productos ambos del gigante marketing comercial de la temporada.
Menos mal que en nuestro país se mantiene todavía la celebración de la Natividad, la fiesta religiosa en honor al Niño que será sacrificado más adelante para borrar los pecados de la humanidad, pasando antes por un calvario de doloroso sufrimiento para redimir a todos en un acto de renovada fe cristiana.
Quiérase o no, el gran negocio de temporada crece desmesuradamente, complica seriamente a la ciudadanía no sólo en el sentido de obligarla a gastar hasta en lo que no debería hacerlo, sino también en la incomodidad que se presenta con la presencia de miles de comerciantes que si bien hacen su negocio de temporada cada vez con mayores capitales y con suntuarios productos, ocupando mayor extensión de las ya regularmente atestadas calles de nuestras ciudades y se afirma con mayor grado caótico en Oruro, donde parece que se ha concentrado el gran comercio mayorista, puesto que tal observación es parte de la cotidianidad de estos días con flotas de transporte saturadas de pasajeros y con sus buzones cargados al máximo, con destino a las ciudades del eje central, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.
Tenemos que convenir en salvar la Navidad en su sentido de fe religiosa, de unión de la familia por sobre todas las cosas, relativizando la otra forma de “hacer navidad demostrativa de poder adquisitivo”. Debemos celebrar la Navidad adorando al Niño Dios que es lo ideal frente a los gastos desmedidos.
Fuente: LA PATRIA
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