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Domingo 22 de diciembre de 2013

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Cultural El Duende

Eros y la cigarra

22 dic 2013

Fuente: LA PATRIA

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Amanecía y extrañamente los pájaros no cantaban. El canario que visitaba regularmente la ventana de su dormitorio hoy estaba callado y sus movimientos parecían más lentos que de costumbre. El tic tac del reloj sonaba pesado, el piso no crujía y las cañerías estaban mudas. Epifanía sintió miedo y se quedó inmóvil, paralizada en la mitad del cuarto, tratando de captar cualquier sonido que la sacara del letargo. Afinó el oído, trato de excluir la interferencia de sus otros sentidos, pero tampoco obtuvo respuesta. Quiso asegurarse de que no estaba dormida, se pellizcó y se habló a sí misma en voz alta, pero el mundo seguía hueco y vacío.

Al rato, cuando ya empezaba a dudar de su cordura, alcanzó a percibir con alivio un rumor proveniente del techo, que luego creció en intensidad hasta transformarse en un zumbido ensordecedor. Se asomó por la ventana pero no alcanzó a divisar el lugar de donde provenía el ruido. Bajó al jardín, caminó hasta el fondo, se trepó a una pequeña escalera y entonces pudo ver lo que ocurría: en una especie de trance, Eros estaba sentado sobre el techo, con los ojos fijos en el naciente sol y rodeado de cientos de cigarras que giraban a su alrededor formando un remolino electrizante de colores tornasolados y vivaces. Todos los sonidos del universo parecían confluir en aquel murmullo punzante y prodigioso.

Al cabo de un tiempo imposible de determinar, la aglomeración se despejó hasta disolverse y el coro de cigarras cesó su canto abruptamente, como si un director invisible hubiera indicado el final de la melodía. Sólo en aquel instante, los rayos desbordaron el horizonte e iluminaron vivamente la casa, el cuerpo recogido de Epifanía y la figura de Eros, que seguía exánime, en lo alto del tejado.

Walter Riso. Escritor y psicólogo argentino de origen italiano, 1951

Fuente: LA PATRIA
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