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Domingo 22 de diciembre de 2013

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Cultural El Duende

Desde mi rincón

Del animalismo de hoy

22 dic 2013

Fuente: LA PATRIA

TAMBOR VARGAS

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Segunda y última parte

La dinámica de la vida misma conlleva, a veces, su antídoto. En este caso se trata de la sobreabundancia de animales (comenzando con los canes y siguiendo por las palomas) sueltos y silvestres en nuestras ciudades; o de la aparición de casos de rabia canina; o de casos, más raros, de perros agresores de menores, que pueden llegar a desembocar en la muerte de algún menor.

Cuando y donde se dan manifestaciones de esa casuística (la primera, permanente y ubicua), por algunos días los medios de comunicación suelen dar paso a la indignación ciudadana, acompañada de peticiones (exigencias) de acabar con este peligro público (potencial o real); y que aun sin llegar a los casos extremos, constituye un problema para la vida de los habitantes humanos.

Y lo primero que llama la atención es que, en aquellas fechas, se establece una especie de ‘concurso de acreedores’ entre los defensores de los hombres y los defensores de los animales. Concurso en el que aparentemente contienden contrincantes de la misma naturaleza (como si fueran, digamos, futbolistas en la cancha). Todos en defensa de su ‘hábitat’.

En el fondo, que se trata de polémicas falsas queda manifiesto cuando, al cabo de algunos días, todos se olvidan del evento... hasta la próxima ocasión en que resucite. También es de justicia dejar constancia que algún órgano de prensa ha demostrado la sensatez de dejar las cosas en su verdadero sitio a través de su página editorial (“Los derechos de los animales no pueden estar por encima de los de los hombres y mujeres”). ¿Con qué eficacia? Esto ya es otra cuestión...

* * *

El desvarío del animalismo como frente activista de ‘derechos’ tiene su perfecta expresión en las entidades de ‘defensa de los animales’; y de sus bien disciplinadas y aguerridas filas deben salir automáticamente los portavoces que salen por los fueros de gatitos y cachorritos (las mascotas más frecuentes). En general con un repertorio bastante poco original: parecen tener su manual, con un argumentario ad hoc.

Pero también hay lugares donde los animalistas creen poder pasar de unas metas puramente defensivas a otras ofensivas o conquistadoras. Leo, por ejemplo, en un periódico italiano que en Venecia se ha prohibido la entrada a los menores de dos a ocho años al parque de Villa Groggia... porque el posible bullicio infantil podía ‘espantar’ al animalito de una ‘pacífica’ ciudadana. He aquí un ejemplo perfecto de una falsa equiparación (más bien enfrentamiento) de ‘derechos’, efecto de un falso punto de partida.

Naturalmente, las autoridades sólo pueden llegar a este tipo de decisiones cuando existen los dos respectivos ejércitos de defensores: humanistas vs. animalistas, todos ciudadanos equiparados; pero, de hecho, los activistas del animalismo destacan por su mayor convicción y su mayor capacidad de amedrentamiento.

* * *

Sin excesivos ejercicios de imaginación ni de profecía, desde los primeros pasos del extravío animalista ya podían preverse algunas de sus metas finales. Que no por irreales hasta hoy, son menos probables. Si los animales pertenecen al mismo ’grupo’ que los hombres, ¿qué esperamos a instituir un ‘matrimonio’ mixto con ellos? Hace ya tiempo que lo tengo ‘profetizado’ (sin necesidad de ser profeta).

Mientras se llega a ello, hay constancia de ciertos pasos a dicha meta. Leo también en un periódico virtual italiano:

“Un joven alemán de 26 años ha declarado abiertamente su ‘amor’ por su perro dálmata, que incluye también relaciones sexuales habituales entre ambos”.

Hasta aquí el hecho, que por lo demás tiene siglos o milenios de antecedentes documentados.

Lo que marca este viejo fenómeno en nuestra época es lo que sigue: “... el joven no trata de ocultar su ‘orientación sexual’, sino que pide la aceptación incondicional por parte de su familia y de la sociedad en general. Según la declaración del joven su perrita está dotada de voluntad y sentimientos, hasta el punto de ser ella la que determina cuándo está dispuesta a unírsele. En este caso, siempre según el joven, no se trataría de violencia contra el animal, sino de una verdadera y propia relación de amor consensual”.

Y prosigue quien comenta la ‘desconcertante’ noticia: “Por otra parte, ¿qué argumentos convincentes –incluso desde un punto de vista jurídico– pueden oponer las actuales democracias relativistas a semejante aberración si el animal y el hombre tienden cada vez más a gozar de iguales derechos y de igual dignidad; si incluso personalidades autorizadas del mundo político y científico definen al animal como un ser sentiente dotado de inteligencia y de voluntad; y si el único criterio pertinente para definir la licitud de una conducta es que lo quieran los dos sujetos involucrados?”.

Y la guinda: La Asociación italiana de defensa de los animales y del ambiente ha denunciado recientemente el importante aumento del bestialismo (ahora rebautizado como ‘zooerastia’). ¿Denunciado? Sí, pero desde la perspectiva de la defensa de los ‘derechos de los animales’, presuntamente vulnerados por el hombre; vulneraciones que el animalismo contribuye a proliferar.

* * *

Ante este panorama, ¿qué pensar sobre los sacerdotes que también por acá organizan ‘misas –y al parecer con bastante éxito– para las mascotas’ (en la Catedral cochabambina la ha habido, sin ir más lejos, en la última festividad de san Francisco de Asís (es decir, el 4 de octubre)?

No sé si habrá alguien que diga que es una artimaña para atraer a los fieles remilgosos a la Misa. Pero no se trata de esto. No parece haber duda que el hecho se sitúa dentro de la galaxia del animalismo más o menos ecologista. No sé si la evolución de las ideas teológicas ya ha olvidado que la Misa católica no es para animales, sino para hombres. Y si lo hubiere olvidado, bueno será que recupere la memoria.

Por otra parte, desde un pasado latamente inmemorial la Iglesia por la festividad de san Roque ha solido organizar una ‘bendición’ de los animales relacionados con la vida humana (caballos, perros... y poca cosa más). Entre la Misa y la bendición de los animales (ahora conocidos como ‘mascotas’), ¿no pasará la fina línea que separa la comprensión del despropósito pastoral?

Fin

Fuente: LA PATRIA
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