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Domingo 22 de diciembre de 2013

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Revista Dominical

Después de la tormenta viene la calma

22 dic 2013

Fuente: LA PATRIA

¿Es más valiente quien se pega un tiro o quien no lo hace? • Por: Ximena Miralles Iporre - Directora de LA PATRIA

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El tema del suicidio es uno de los tabús entre la gente, sin embargo, por ciertas circunstancias de la vida, entre colegas periodistas comentábamos acerca de ello, entonces surgió la pregunta ¿Es más valiente quien se pega un tiro o quien no lo hace?

La mayoría contestaba que hay que ser valiente para hacerlo, porque no cualquiera dispara contra sí mismo o se autoinflige daño así nomás, pero luego me puse a meditar en esas palabras y agregué, “o hay que estar demasiado trastornado para hacerlo”. En mi opinión, para quitarse la vida sí hay que tener algo de agallas, pero creo que hay que ser valiente para enfrentar los problemas y seguir viviendo.

Hace tiempo conocí a una persona que me comentó su experiencia al respecto, me dijo: “Soy una suicida en potencia, a veces siento que el peso de la vida es demasiado y un día de estos me la quitaré”, entonces para conocer más sobre su experiencia me acerqué a ella y le pregunté si podía entrevistarla en relación a este tema y aceptó. Vamos a llamar a esta persona Pilar para proteger su identidad.

Pilar me dijo que desde niña siempre fue muy pesimista, se sentía el patito feo de su familia, soñaba con tener millones de amigos, pero era demasiado tímida para acercarse a alguien, inclusive, me contó, llegó a creer que era adoptada porque según ella sus propios padres no la querían, “alguna vez llegué a soñar que le pedía a mi propio padre que me matara y éste lo hizo, claro sólo fue un sueño, pero la idea de irme de este mundo siempre rondaba por mi cabeza”, señaló.

Cuando le pregunté que por qué no lo había hecho me respondió que había leído en una revista algo sobre el suicidio y se sintió identificada con muchos de los casos que se presentaban ahí, además dijo que al final del artículo habían unas frases positivas que le ayudaron a pensar de otro modo las cosas. “Además fui cobarde”, agregó.

Me sorprendió esa afirmación de que había sido cobarde, entonces le pregunté ¿cómo es eso? Y me contestó, “es que el día que estaba planeando cómo me quitaría la vida consideré en pegarme un tiro, pero no tenía una pistola a la mano, sería difícil para mí conseguirla y el momento de tenerla creo que no me hubiera animado a disparar”.

Pilar señaló otros métodos para quitarse la vida, pero por respeto a los lectores y para no dar ideas a personas que van por el mismo camino no las citamos, según ella el resultado, que preveía con cualquier forma que usase, siempre sería el mismo “un desastre”, porque pensaba que no tendría el valor para dar el paso decisivo, además que analizó sobre lo que pasaría si no resultara y siguiera con vida.

“Lo primero que pensé es que podía quedar peor de cómo estaba en la actualidad, justo estaba estudiando sobre leyes y supe que los suicidas que no mueren pueden ir presos, en la iglesia también se hablaba de las consecuencias de quitarse la vida, también pensaba en las consecuencias para mi salud, y todo eso me espantaba, por eso decidí no hacerlo”.

Hoy por hoy, Pilar es una persona optimista y no parece haber sido una “suicida en potencia” como llegó a calificarse a sí misma un día, entonces le consulté al respecto y me contestó que había buscado ayuda profesional.

“Cuando era chica y dependía de mis padres, ellos me decían que eso de visitar un psicólogo era para locos y yo no estaba loca, por lo que se negaban a pagar una consulta con un especialista, pero cuando llegué a la mayoría de edad y tenía lo suficiente para pagarme una consulta busqué ayuda profesional, lo único que recuerdo es que el psicólogo me dijo que lo que pasaba conmigo es que tenía una visión demasiado fatalista de la vida y que debía centrarme en las cosas positivas, a partir de ello comencé a captar todos los mensajes positivos que encontraba en el camino, hasta que salí del pozo, además me acerqué a Dios, porque entendí que era mi única posibilidad de dejar de sufrir, tanto porque no podía quitarme la vida como porque no podía seguir viviendo así”, fue su respuesta.

En Bolivia, según datos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) se registró un total de 3.395 casos de suicidios en los últimos cinco años. El departamento que encabeza los índices de suicidio es La Paz con 1.139; le sigue Cochabamba con 633; Santa Cruz con 572; Potosí con 339; Oruro con 308; Chuquisaca con 285; Tarija con 185 y Pando con 34.

El Ministerio de Salud y Deportes, a través de la Unidad de Salud Mental, informó que las mujeres son quienes tienen más pensamientos suicidas, pero quienes pasan a la acción en su mayoría son los hombres.

Las razones de los suicidas para determinar quitarse la vida van desde los desengaños amorosos hasta la falta de dinero, en todos los casos se resume a un solo sentimiento: desesperación o lo que es lo mismo desesperanza.

Las personas que deciden autoeliminarse por lo general se encuentran en una situación en la que no ven salida, según ellos, no queda esperanza, por lo que se frustran y no hallan otra salida que irse de este mundo para dejar de sufrir.

Pero ese es el camino de los cobardes, porque Dios es quien nos regala la vida y es el único que puede quitarla, por eso, para “ganarse” la muerte hay que vivir bien. Adam J. Jackson escribió en su libro Los Diez Secretos de la Abundante Felicidad “la vida es preciosa, demasiado preciosa para malgastarla siendo infeliz. La vida se hizo para vivirla. Cada día debe ser una alegría, no una lucha”.

Otra razón de nuestra infelicidad es que siempre estamos comparándonos con los demás y siempre habrá alguien que tenga más, esté en mejor posición, se sienta más apreciado, sea más feliz, más lindo, más inteligente, o quizás sólo se trata de la percepción que nosotros tenemos de aquellos, por lo que debemos dejar de comparar nuestra vida con la de los demás y buscar dentro de nosotros mismos la felicidad.

Por otra parte, debemos ver la vida con más optimismo. Todos pasamos por diferentes circunstancias, unas más afortunadas y otras más desgraciadas, pero debemos aprender a ser agradecidos con todas las situaciones que se nos presenten en el camino y todo dependerá de la actitud que tengamos frente a cada experiencia, ya que dos personas pueden estar frente a una situación de desgracia, pero una es más optimista y la otra es pesimista, para la positiva la misma representará una experiencia de aprendizaje, que le permitirá crecer y alimentará su espíritu; en cambio para la negativa sólo será una nube negra más en su camino por la vida y se deprimirá, se frustrará y perderá toda esperanza. Es decir, una verá el vaso medio lleno y para la otra estará medio vacío.

Otras razones para nuestra infelicidad son el ego y el apego. Es decir, cada que alguien nos dice algo que lastima nuestro ego nos sentimos ofendidos o nos ponemos tristes, en algunas ocasiones llegamos a creer que lo que nos dicen es cierto y actuamos en consecuencia, por ejemplo, alguien nos dice que somos tontos, entonces reaccionamos de dos maneras o nos ponemos a la defensiva y contestamos con otro “piropo” similar o nos creemos lo que nos dijeron y sufrimos porque “es verdad”, pero nadie más que nosotros sabemos lo que somos y debemos actuar con mayor seguridad en nuestro propio ser.

En cuanto al apego, sucede lo mismo, nos apegamos a lo material, a lo físico, que no pensamos en que hay un mundo espiritual y eterno más allá de este, por lo tanto, si perdemos algo sufrimos, si perdemos dinero, joyas, casas u otras cosas materiales a las que estamos apegados padecemos; si alguien nos deja, nos aleja de su vida o fallece, sufrimos y sentimos que no hay nada más allá por lo que queremos morir junto a esa persona o irnos a un lugar mágico donde no exista el sufrimiento.

No obstante, como dice el adagio “lo que no te mata te fortalece”, por lo que debemos intentar hacer de cada experiencia algo positivo, una enseñanza de vida. Debemos aprender a dejar ir, a perder y ganar, además mirar dentro de nosotros y buscar allí la felicidad.

¿Alguien no nos quiere? ¿y qué? Si somos capaces de sentir amor, que eso nos baste, nuestro ser se sentirá completo. ¿Perdimos algo?, todo es perecedero, todo tiene un principio y un final, incluso la vida misma, no debemos angustiarnos por eso, hay que seguir adelante, quizás consigamos algo mejor que lo que perdimos. ¿Alguien se fue de este mundo? Sí, lo extrañaremos pero seguiremos viviendo, y quizás alguien más logre llenar ese vacío y por último, esa persona continuará viviendo en nuestros corazones y en nuestra mente.

Debemos pensar en ayudarnos a nosotros mismos, pero también podemos apoyar a alguien que tiene pensamientos suicidas, no minimizar su dolor, pero hacerle ver que más allá de su entorno inmediato hay algo más, hacerle ver que no está solo y que todo problema tiene una solución, que detrás de algo malo hay algo mejor que está por llegar y que “en la noche más oscura se ven mejor las estrellas” y “en la oscuridad siempre hay un rayo de luz”, es decir, lo último que podemos perder es la esperanza y “después de la tormenta viene la calma”.

Lecturas recomendadas:

La Biblia

Los Diez Secretos de la Abundante Felicidad. De Adam Jackson

Tus Zonas Erróneas. Tus Zonas Mágicas. El Poder del Espíritu. De Wayne Dyer

Fuente: LA PATRIA
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