Aunque con tufillo a proselitismo político, nuestro país ha dado este viernes un salto cualitativo importante en materia de telecomunicaciones. Bien utilizado, el satélite Tupac Katari puede ser una formidable herramienta para llevar telefonía, internet y televisión a todo el territorio nacional. Podrá alegarse, ciertamente, que la cobertura actual de esos servicios abarca ya a casi todo el país. Ese fue al menos un caballito de propaganda hasta ahora. La diferencia, según las explicaciones oficiales, estará en el costo de los servicios. Para el Estado y sobre todo para los usuarios. Además, por supuesto, de la calidad de las comunicaciones y la posibilidad de cobertura total.
Visto así, la puesta en órbita del primer satélite boliviano tiene que ser pues motivo de satisfacción. El hecho tendría que figurar en la columna del haber, cuando llegue la hora del balance de este proceso de cambio. Sobre todo si su uso justifica la inversión de 302 millones de dólares y las ilusiones que concitó en nuestro país, donde para mucha gente el ayer es aún hoy. Por bueno que sea el medio de transporte de las señales, internet y televisión son imposibles donde mucha gente todavía ilumina su noche con velas.
Al margen, vale la pena recordar también que el satélite, en sí mismo, es sólo una herramienta que depende del uso que se le quiera dar o que le puedan dar sus operadores. A tono con el nombre con que fue bautizado, se trata simplemente de un “chasqui” sofisticado, moderno y eficiente de transporte de señales de comunicación. Y como en todo proceso de comunicación, los mensajes que lleva ese “chasqui” están en función de un emisor y de un receptor.
La idea “motor” que impulsó el proyecto, según los informes oficiales, fue llevar telefonía, internet, televisión y sistemas de teleeducación a todo el territorio, “en especial a los lugares más alejados”. Habrá que esperar que el uso del satélite no tenga nada que ver con la expresión de algunos afanes o deseos de controlar los contenidos de internet. Habrá que esperar, también, que permita ampliar el acceso a señales de televisión. Y sobre todo, que el sistema de teleeducación supere las tantas y tan graves deficiencias de los sistemas tradicionales de educación y sirva para educar y no para programar.
A la hora del balance habrá pues que ver fundamentalmente para qué y cómo se utilizó el Tupac Katari-1. Mientras tanto, no hay otra forma de juzgar si la inversión fue correcta o no, más que todo porque fue contratación directa. Pero sobre todo, si respondió o no al interés y prioridades de un país en el que ayer es aún hoy, más allá de la aspiración, legítima por cierto, de que esté también en la era espacial.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.