Estamos llegando a límites insostenibles; ahora, hasta los niños son víctimas de la brutalidad policiaca ante la mirada cómplice de los gobernantes de turno. Felizmente, las imágenes que todos pudimos ver, muestran todo lo contrario de lo que los responsables de los ministerios pretenden minimizar para evitar que se dañe más la imagen de este régimen que demostró una vez más ser totalitario, donde la justicia no existe o está embargada por los operadores políticos con ropaje de fiscales o jueces.
Para evitar el ingreso de niños, niñas y adolecentes, frase que se utiliza ahora para referirse sólo a los niños de nuestra patria, a la ahora “zona prohibida” del kilómetro cero de la plaza Murillo, policías fuertemente armados y utilizando elementos químicos disuasivos arremetieron contra pequeños trabajadores, niños armados sólo de coraje, defendiendo el derecho al trabajo al que sus padres, si es que los tienen, no pueden acceder por la desocupación creciente y la pobreza que agobia a gran parte de la población boliviana. Ese es un tema discutible, pero no en la forma cómo se lo encara.
Mientras suceden estos condenables hechos, el vicepresidente comparó al jefe del gobierno con Jesucristo “por los logros que está alcanzando su régimen”, irrespetuosa frase en plena fiesta de recogimiento, cuando se recuerda el nacimiento de El Salvador.
Lo rescatable, por no decir admirable, ha sido observar que una pequeña que con seguridad no cumplió los cinco años, quien con piedras en sus pequeñas manos, enfrenta, con una increíble valentía, a los uniformados protegidos con cascos y escudos.
Ahora dirán que se rompió la cadena de mando; pero, lo que en realidad se rompió es el corazón de los bolivianos de ver escenas de extremada e innecesaria violencia contra inocentes pequeños bolivianos, mientras los gobernantes están en el otro lado del mundo en busca de su “estrella” millonaria. Ya sabemos que no existirán culpables por la protección mutua de los que nos gobiernan. Ordenarán una “exhaustiva investigación” que, como sabemos, quedarán en la nada.
Mientras toda la población se esmera por brindar a los niños un día diferente, así sea una vez al año. Otros no dudan en entregarles un “regalito” navideño en envoltorio metálico con gases incluidos, para que cientos de niños vuelvan a llorar después de haberlo hecho por el hambre y por la miseria que los rodea. Por eso, la comparación que hizo el segundo hombre del gobierno del cambio, no tiene ni pies ni cabeza. Jesucristo nació en estos días para brindar amor, para otorgar paz y para hacer justicia, no para reprimir a niños, lastimándolos física y moralmente.
Por lo menos... esa es mi opinión.
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