Jueves 19 de diciembre de 2013
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Argentina y Brasil, junto a Uruguay y Paraguay (en espera Venezuela y Bolivia), integran el Mercosur que, a tiempo de su fundación, parecía que iba a ser un exitoso mecanismo de integración, y que sería difícil que se articule otro grupo subregional equivalente.
Pero no todo resultó fluido ni armónico. Los problemas se acumularon, tanto por la falta de cumplimiento de las reglas establecidas, como por diferencias de concepción sobre el futuro del organismo. Hace poco, el ex presidente uruguayo, Julio María Sanguinetti, señalaba: “En Latinoamérica estamos con un Mercosur estancado. Hoy, no integramos nuestras políticas macroeconómicas; no liberamos el comercio ni cumplimos los fallos de nuestros tribunales”.
Además de sus problemas –la ilegal suspensión temporal de Paraguay fue uno de ellos– se han presentado serias discrepancias sobre las relaciones del Mercosur con otros procesos de integración, como la Unión Europea. Se señala la reticencia del gobierno kirchnerista argentino, como el principal obstáculo para lograr un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la UE, lo que se viene arrastrando desde 2004.
