Lo importante y lo secundario en la actual gestión de gobierno
16 dic 2013
Por: Adhemar Ávalos Ortiz
Como ya es harto conocido, el populismo, como forma de construcción estatal y sistema de gestión gubernamental, recurre en condición de filosofía de vida a la retórica del barniz para cubrir sus acciones con un halo de supuesta eficiencia, disfraz que oculta su declarada incompetencia en la solución de los problemas trascendentales de un país. Se aprovecha descaradamente de la ingenuidad de las masas populares y las arrastra a la materialización de sueños de barro que terminan en el desastre económico y social y que, en la generalidad de las ocasiones, han terminado en regímenes represivos, más totalitarios que él mismo ya que recurren a la violencia en su forma más radical y condenan a los pueblos a la miseria material e intelectual por largos periodos de tiempo.
El actual régimen de gobierno en Bolivia no se aparta de formas clásicas de accionar populista. Más que resolver situaciones álgidas de carácter estructural, al MAS le interesa cubrir el tejido social con un brillante tul de supuesta mejoría de las condiciones de desarrollo del país. En el discurso grandilocuente, en la propaganda mediática y en la acción perversa de sus grupos corporativos aparentemente democráticos se pierden las oportunidades históricas de salir del atraso secular en que está sumida Bolivia por casi dos siglos. La matriz de desarrollo extractivista no ha cambiado, al contrario, se consolida cada vez más en un sistema de expoliación que se repite de generación en generación. En su haber solamente existe un Plan Nacional de Desarrollo hasta el año 2025, parcial y deformado ya que no considera las características de sometimiento al mercado mundial y ni siquiera aprovecha las favorables condiciones del intercambio global que permitirían generar condiciones para un despegue sostenido y estratégico.
Acciones que de por sí no son malas se convierten en el eje de la acción gubernamental, obviando lo realmente importante. El lanzamiento de un satélite de comunicaciones (Túpac Katari), con nombre cuestionable por cierto, la organización del paso por Bolivia del Rally Dakar 2014, la futura realización de los Juegos Deportivos Sudamericanos en Cochabamba en el año 2018, actividades no negativas “per se”, se han convertido en lo más destacable de la gestión gubernamental, cuando existen carencias básicas fundamentales como el acceso a una fuente digna y sostenible de empleo y la alimentación suficiente de acuerdo a criterios científicos para millones de bolivianas y bolivianos, las que en los hechos derivan en secundarias para los pragmáticos ejecutores de la política económica y social.
En su absolutización de acciones superficiales y la minimización de lo realmente importante, el actual gobierno se ha convertido en un simple administrador de la crisis capitalista en su periferia, idiotizado por una abundancia de ingresos, principalmente vía exportación de materias primas, que no será sostenible en el tiempo. En su demagogia ha amamantado a tres engendros que le cobrarán su factura en el futuro: los cocaleros, los cooperativistas y los intermediarios comerciales que son su base de sustento electoral de tipo prebendal, aparte de los campesinos. Pero, el daño mayor lo sufrirá el país, condenado en el futuro a una grave fractura étnica, social y política, cuando los actuales administradores del Estado se retiren a disfrutar de lo usufructuado durante por lo menos tres gestiones de gobierno, en el mejor de los casos.
Y la cereza en la torta populista es el ampliamente cuestionado doble aguinaldo que enfrenta a sectores privilegiados y discriminados de la población boliviana. 70% de la población económicamente activa pasará las fiestas de Navidad y Año Nuevo en un escenario de precios crecientes y especulativos de los productos de primera necesidad y la clase media será nuevamente “el patito feo de la película”, buscando cómo resolver sus problemas cotidianos y cubriendo apariencias de falaz buen nivel de vida que los hechos desmienten. Así, lo importante y lo secundario en la gestión de gobierno neoliberal-socialista se encuentran claramente invertidos. Y los grupos de la oposición siguen actuando como “niñas y niños malcriados y caprichosos”.
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