Sábado 14 de diciembre de 2013

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La frustración es un sentimiento, una emoción que todos hemos sentido alguna vez. Lo que no nos planteamos es que la frustración puede ser tóxica. Ya desde pequeños aprendemos a luchar contra la frustración y es, como siempre, tarea de los padres orientar a los niños para que aprendan a manejarla de la mejor manera posible.
Vamos creciendo y no siempre aprendemos a gestionar la frustración de manera adecuada. Como pasa con el resto de emociones puede convertirse en una emoción tóxica y perjudicar seriamente nuestro día a día y hacer que nuestra personalidad cambie y que no nos sintamos a gusto con nuestra vida, ni con los demás ni ellos con nosotros. Un lío.
Para aprender a gestionar correctamente todas las emociones a las que te enfrentas, ya sea poco o mucho, lo mejor es conocerlas y saber qué hacer con ellas en cada momento.
La frustración es lo que acompaña a nuestros fracasos en la mayoría de ocasiones. Nos educan para no fracasar, para sentirnos mal cuando nos equivocamos. En nuestro currículum nunca mencionamos nuestros fracasos. Jamás se nos ocurriría. En cambio hay sociedades en las que fracasar está bien visto. De los fracasos se aprende. Haber fracasado significa que lo has intentado, que tienes ideas, iniciativa y que probablemente habrás aprendido mucho durante el transcurso del intento y sobre todo cuando ya has visto que no lo has conseguido.
Fuente: © jelleprins