Sábado 14 de diciembre de 2013

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Recuerda la quimba de "La Caraqueña" que nunca un mal duró cien años. Nilo Soruco compuso la cueca tarijeña durante su vida de exiliado político en Venezuela, que duró mucho menos, por supuesto. Porque ninguna dictadura duró tanto en ninguna parte. Sobre todo en nuestro país, donde tuvieron siempre corta vida. En nuestra historia. Los regímenes de distinta vestidura y mañas tuvieron la misma suerte, por mucho que buscaran apuntalarse con bayonetas, persecución o control político.
En la historia que muchos vivimos en directo, por ejemplo, el presidente Víctor Paz intentó frenar el golpe de su vicepresidente René Barrientos, en 1964, con una severa censura de prensa. Pero el remedio fue peor que la enfermedad. Por culpa de la censura, sus bases supieron del golpe cuando el general Alfredo Ovando lo estaba ya llevando al aeropuerto para embarcarlo rumbo al exilio en Perú.
En 1971, la dictadura militar de Hugo Banzer exilió a decenas de periodistas. Pero el remedio fue también peor que la enfermedad. Durante sus siete años de gobierno, el frente externo de resistencia alentó a las corrientes internas de lucha por la democracia. Nueve años después, en 1980, el también general Luis García Meza envió a prisión a centenares de periodistas, políticos y dirigentes sociales. Otra vez, el remedio fue peor... Pretendía gobernar 20 años pero duró sólo uno y hoy está en Chonchocoro con su ministro Luis Arce que nos advirtió que debíamos salir a la calle con el testamento bajo el brazo.