Sábado 14 de diciembre de 2013
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De niño, por alguna razón tuvimos que acudir al Broncopulmonar ubicado en la zona sur de Oruro, mientras esperábamos se realice el trámite quería escapar de las manos de mi madre hacia los claros verdes, sin soltarme, me dijo que no podía ir a jugar, de inmediato me explica que allí existían enfermos cuya enfermedad era incurable, eran mineros. Me quedé mirando a los enfermos que deambulaban con un caminar que vacilaba, con el semblante que traía el dolor y una sombra inexplicable.
Con las mismas características, estando en el trabajo me cupo estar en el Hospital Uría donde tratan enfermos con tuberculosis y silicosis, fui a visitar a un minero de la empresa donde trabajaba, cuyo diagnóstico era silicosis y tuberculosis. Una enfermedad típica de la mina.
De inmediato, consulté algunos libros y experiencias entre ellas los estudios de Comibol y el INSO en varias minas durante los años 60/70, dichos estudios indicaban que la prevalencia de la enfermedad en empresas sobrepasaba el 10% de mineros con algún grado de silicosis y tuberculosis. Añadido a estos datos los informes que daba la médico del Hospital Uría que trataba al minero, me indicaba que podía esperar un buena cantidad de enfermos en la mina, amén de la explicación de que la evolución de la enfermedad se había dado en el último lustro.
