Mandela un virtuoso de la tolerancia, el perdón y la libertad
09 dic 2013
Por: Jorge Lazzo Valera
El legado del líder sudafricano Nelson Mandela permanecerá imborrable en la memoria histórica del mundo y las múltiples tendencias políticas que pretenden de alguna forma otorgar mayor libertad a los pueblos oprimidos, a partir de la tolerancia y el perdón que son las mayores virtudes de quien se convirtió en 1994, por sufragio universal, en el primer presidente negro de Sudáfrica.
Mandela es vivo ejemplo para futuras generaciones de políticos que quieren construir un Estado donde se garantice el pleno e irrestricto ejercicio de las libertades ciudadanas, los derechos constitucionales y lo que es más, el respeto a la vida, sin odios ni rencores y sin amedrentamiento ni opresión.
A Nelson Mandela no le importaba administrar el poder por tener y ostentar el poder, que resulta ser efímero y pasajero, sino ser instrumento de la puesta en práctica de la democracia participativa, puesto que a la conclusión de su mandato de cinco años que le encomendó su pueblo, renunció a ejercer un segundo periodo o ir a la reelección, lo que le permitió convertirse en el mayor símbolo político y el mayor ícono de la historia política de Sudáfrica por su fuerte moral, su sana convicción y su auténtica vocación de servicio.
Aunque se mencione que en Sudáfrica se seguirá teniendo paro racial, pobreza racial y desigualdad racial, los más de 52 millones de habitantes de este país, querrán asumir el legado de Mandela, que supo vencer al Apartheid y sobre todo curar viejas heridas de su largo confinamiento en prisión, donde aprendió el valioso precio de la libertad y el mayor legado que se constituye en su más grande virtud: el perdón.
La vida marcada por la tolerancia absoluta del líder sudafricano, es una clara muestra de una actitud de respeto al prójimo, respeto a las libertades y garantías ciudadanas, que resultan ser una forma virtuosa de vivir, trabajar a favor de un pueblo sufrido, postergado y hasta discriminado, así como un ejercicio pleno del poder en una acción consecuente del servicio a los demás, aún a costa del propio sacrificio, que se constituye en vivo ejemplo para la clase política de cualquier país y nación que se precie de vivir en democracia.
El principio de respeto a la persona era una práctica permanente y su gran ejemplo muestra cómo después de haber permanecido en cautiverio más de 27 años, supo perdonar a quienes lo ultrajaron, lo vapularán y hasta le privaron de sus más elementales derechos de ser libre y vivir en libertad. El paso del tiempo curó viejas heridas y cicatrizó las llagas que le permitieron valorar la preciada libertad por la que lucho con la mayor y más amplia tolerancia que hacen de Nelson Mandela un hombre virtuoso que vivió a su manera y además tuvo otras virtudes, las del perdón y la reconciliación para convertirse en la persona de color más influyente de la historia contemporánea, a quien pese a haber permanecido en el cárcel y el encierro, no le quedo el rencor para asumir una actitud impropia de venganza o asimismo generar odio por lo que le toco vivir.
Mandela se convierte en un hombre virtuoso que predicando con el ejemplo, viviendo a plenitud su libertad y el amor por los demás, llegó a ser el mayor ciudadano demócrata del mundo, que demostró que el poder político no radica en el dinero que se tiene para corromper conciencias, las armas para ejercer un control por la fuerza ni a través del control ideológico o la vida de las personas, sino más bien en la amplia tolerancia que es la base para asumir el perdón que fue el más grande instrumento de liberación que le tocó utilizar al viejo líder para lograr la libertad y el respeto a los derechos de los sudafricanos.
Ojalá este vivo ejemplo sirva para nuestros gobernantes, que antes de realizar comparaciones absurdas y pretender declararse herederos del gran legado que deja el líder sudafricano, Nelson Mandela, pongan en práctica al menos el respeto por los derechos y libertades ciudadanas, el respeto a la libre opinión y el derecho a disentir. Sólo así se podrá multiplicar la semilla del gran poder que representa la virtud del perdón y la tolerancia en cada hombre y mujer de nuestros pueblos que continúan luchando por la libertad y el respeto a sus derechos ciudadanos.
(*) Periodista
lapalabraencarnada@bolivia.com
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