El problema tarifario en el transporte público de la ciudad prácticamente está solucionado, pues pese al rechazo de algunas juntas vecinales la nueva tarifa ha sido impuesta con la tenacidad de los choferes que lentamente y bajo una serie de alternativas, con la protesta ciudadana y un rechazo individualizado a la hora de enfrentar la necesidad de usar sus vehículos para llegar a destinos de emergencia como las fuentes de trabajo o los centros educativos, prevalece la tozudez de los choferes que con letreritos o sin ellos, están aplicando sus caprichosas tarifas.
La acción policial sólo fue un referente de esa autoridad en los primeros días de la imposición tarifaria, labor que disminuyó paulatinamente, desapareciendo más adelante y dejando que la paciencia de vecinos y conductores sea el referente práctico en el asunto y los usuarios ya saben quien se impuso.
Lo importante es que de aquí adelante habrá que exigir responsabilidad para que el trabajo de las autoridades sea efectivo en defensa del derecho ciudadano a contar con un buen servicio en el transporte público, en los minibuses, los micros e inclusive los taxis, estos últimos que de manera automática también elevaron su tarifa autorizada de 4 bolivianos por carrera y por persona.
Los choferes se comprometieron a mejorar sus servicios a cambio del aumento en sus tarifas, una cosa ya está en práctica y en algunos casos con incremento de sobreprecio, bajo la disimulada e irregular acción de “matar cambios” por la falta de moneda fraccionada. Empero la calidad del servicio no ha mejorado.
Especialmente en los minibuses la incomodidad es el factor más negativo, el exceso de pasajeros en todo el recorrido es una norma, pues pese a la estrechez en el interior de los motorizados se lleva pasajeros parados y en muchos casos con enormes bultos que molestan a los usuarios.
El caso de los micros permite un “doble” negocio desde las seis de la tarde, cuando ya no cumplen toda su ruta y la seccionan en una tercera parte del recorrido, pero cobran tarifa completa por un corto tramo. No hay autoridad de Tránsito que ponga remedio a este problema, mínimamente exigiendo que se cumpla la ruta asignada y en horario nocturno que es cuando más se lo requiere para favorecer a vecinos y estudiantes que tras la jornada diaria quieren llegar a sus hogares, cuanto antes.
En su generalidad, con poquísimas excepciones, estos vehículos de servicio público muestran deterioros internos en asientos estrechos y ventanas en mal estado que obligan a los pasajeros a un viaje en precarias condiciones hasta llegar a destino, sin ninguna consideración en el respeto mínimo a su comodidad y seguridad.
Efectivos de Tránsito no hacen ninguna valoración práctica de la situación y por lo mismo esos vehículos se convierten en “lata de sardinas” apretujando a los pasajeros en su estrecho espacio, recargado por el exceso de pasajeros. La Alcaldía tampoco tiene personal que se ocupe del cuidado y control de estos servicios, por tantos los pasajeros están librados a su suerte y en total desamparo por parte de las autoridades competentes.
Lo que está ocurriendo debe merecer una seria evaluación técnica y social, pues así como se elevan las tarifas, alguien tiene que imponer condiciones muy precisas a los propietarios y conductores del transporte público para que mejoren sus servicios y sobre todo cumplan sus rutas asignadas.
Fuente: LA PATRIA
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