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Domingo 08 de diciembre de 2013

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Revista Dominical

Sobre la obra literaria de David Bravo Mendizábal

08 dic 2013

Fuente: LA PATRIA

Por: Marlene Durán Zuleta - Poeta, escritora e investigadora de la cultura orureña

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La lectura es alimento espiritual, quienes a diario recorremos las letras, vemos la tinta oscura y logramos alcanzar los límites deseados. No se puede conciliar el sueño si los ojos no se posan en la prosa, en los poemas o algún relato corto, las horas están marcadas para reencontrarnos con el libro que convoca al momento del silencio.

En esos meandros encontramos a “Dios 922”, título de la obra de David Bravo Mendizábal, que ha escrito este libro de poemas, dividido en tres partes, tres instantes, tres confesiones. “El Espacio”, “Reflejos de Pasión” y “La Metáfora”. Doliente, por la constante pérdida física de los amores filiales, en algún instante ha enmudecido de dolor al recobrar la luz en la niebla, ha encontrado la realidad que la muerte vive en el humano, juega, canta y se burla, en ocasiones se aproxima al abismo, David no puede derribar el mármol, entonces abandona su silencio y habla de sus “Tías”: “Mis manos tocan el polvo arrimado/, en sus ataúdes animados/, al hacerlo me volví amigo/ de las cruces frías/ y las lápidas plásticas. Mis tías envuelven/ sus lágrimas/ en mi corazón adormecido/, que empieza a sangrar/ gota a gota/ perforando mis sentidos/, volviéndome un fanático del cementerio”.

Ha acudido a Dios y se ha impregnado del aroma a incienso, ha filtrado su amor por el tamiz de sus versos, rememorando a sus difuntos y también le ha dedicado sus escritos a la Virgen del Socavón.

Desgarrado todavía permanece en su memoria una data que lo entristece infinitamente y solo dice “24 de junio (miércoles) A: Hortencia Bravo, que falleció un 24 de junio de 1998, ella era un Quijote y yo amarré su dolor por siempre a mi recuerdo”. “Descendió del limbo efervescente/ la muerte artera, disfrazada de blanco/, apareció la maldita/, engañando y nublando/ mi endeble raciocinio/, adormeció mi capacidad de lidiar y gritar/ arrebatándome mi amor de ensueño/….

Arrepentido continua: “Mi amor cayó en la trampa/, desde entonces lloro mi error/, esta mujer terrorífica/ tuvo dos glorias/: me dejó solo y viejo por siempre”.

A estos sinsabores naturales como la muerte, recorre una y otra vez su melancolía, para David el tiempo no ha pasado y sí ha transcurrido para Hortencia, que está intacta en sus ojos, y han retenido la imagen del rostro querido, si pudiera resucitarla, retornar a épocas anteriores, que los latidos cobren vida, su poesía amatoria llenaría de sentimiento el corazón.

Desde su morada también evoca a la Virgen del Socavón, le dedica tres poemas enumerados 2, 4 y 6, recorre las letras que escribe y diligente con la palabra con devoción “Llorando a sus pies en los fríos amaneceres”. Mujer de la candela: ojos externos/ que me buscan entre la crucifixión/ y la soledad caminante/, que es dueña de los amaneceres/, espejos/ que me empapan en pecado/, y hace que te busque/, llorando mi destino a tus pies cansados… Mujer de la candela: aumenta mi fe/, antes que muera/ y no te rece”.

David Bravo Mendizábal, arquitecto de profesión, apasionado por el arte, ha logrado acrecentar sus conocimientos, sobre “arquitectura funeraria, investigación de la necrópolis de Oruro”. Ha logrado reconstruir el árbol genealógico hasta llegar a la rama de su linaje, seres queridos, entrañables en su entrega, en su huella como: Hortencia, Rosa Esther, Elvira Victoria, Emilia del Pilar y José.

“Dios 922”, título que parece descender a toda la humanidad, nombrar al Supremo Hacedor a pesar de todas las heridas es brillar como cuarzo, fragua interminable de amor que aviva en cada ser vivo de la tierra. Este sentimiento debe ser recíproco, Dios misericordioso nunca ha de abandonarnos aunque exista alguien que decline su fe, estamos para relevar eternamente la miel de su corazón.

Fuente: LA PATRIA
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