Nelson Rolihlahla (el que trae problemas en su lengua xhosa) Mandela, acaba de fallecer a los 95 años de vida, sin duda es uno de los héroes de la humanidad, erradicó el odio evitando una guerra civil, como diría Tsu Tsu: “la mejor batalla es aquella que se vence sin un solo muerto”, venció el apartheid, (racismo) que fue impuesto en Sudáfrica en 1948, fue signado como el reo 466/64 en la prisión de Robben Island, fue el preso político más admirado del mundo.
La prisión de Robben Island tenía un régimen carcelario concebido para destruir moralmente al reo, hasta reducirlo a un manojo sumiso de instinto y carne. Allí pasó dieciocho de veintisiete años de cárcel. La mitad de ese tiempo aislado e incomunicado en un encierro de dos por dos, sin cama, con una ventana que da a un patio interno y una lamparita de luz amarillenta que colgaba encendida las veinticuatro horas. Una visita cada seis meses, de apenas media hora, un plato de maíz como dieta fija y un tacho acumulando excremento que le permitían sacar sólo una vez al día.
Cualquier insubordinación se pagaba con largas horas dentro de un cubículo rectangular donde el reo quepaba de pie, sin poder sentarse. Una tortura enloquecedora que provocó innumerables suicidios en la isla.
Lo encarcelaron por integrar la conducción un brazo armado del Congreso Nacional Africano (CNA). En rigor, Mandela y sus camaradas Oliver Tambo y Walter Sisulu fueron la dirigencia de una organización moderada. El CNA impulsaba una transición negociada hacia una sociedad multirracial que incluyera a la minoría blanca, auto-considerada una tribu llamada afrikaans.
A pesar de ser moderado hasta en el uso de la violencia, el gobierno del presidente Charles Swart lo encarceló como al peor de los criminales.
El apartheid implicaba, además de una humillante ingeniería urbana, jurídica y social para que no haya contacto alguno entre negros y blancos, la división del territorio sudafricano en “bantustanes” auténticos guetos geográficos repartidos con intención de dividir a las etnias de la mayoría negra. Pero el apartheid implicaba algo aún peor: la jerarquización de las distintas razas que habitan Sudáfrica, colocando a los blancos en la escala más alta y a los negros en la base, mientras que mestizos y descendientes de inmigrantes de la India ocupaban los segmentos intermedios.
El hombre que, en lugar de bestializarse, -en la prisión- había crecido en carisma y lucidez, hizo al llegar a la presidencia algo aún más increíble: extirpar el odio generado por tanta crueldad y humillación.
La herencia de Mandela, debe ser de un luchador que sobrevivió al infierno carcelario y usó su liderazgo para vencer un odio tan injustificado como visceral para que nunca más se repita.
Mandela nos enseña "Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario". Quizá Mandela ya no es más de nosotros sino de la historia como dice Barak Obama, Mandela antes de partir presagió su eternidad pues decía: “La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad".
Bibliografía:
Africanhistory.about.com
Frases más emblemáticas de Nelson Mandela por Catalina Rojas, J. P. Andrews
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