Sábado 07 de diciembre de 2013
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El revolucionario francés Marat fue uno de los pioneros en describir el rol motivador y destructor de la prensa en tiempos revoltosos. Más de dos siglos después, sus proyecciones adquieren descontroladas dimensiones por el potencial de las nuevas tecnologías.
Un caso ilustra la decadencia de aquellos objetivos de los medios de comunicación masivos que se enseñaban en las universidades: informar, orientar, educar, buscar la verdad. Me refiero a las fotos del agonizante presidente de la República Bolivariana Venezolana, Comandante Hugo Chávez.
Por una parte, está la falsa imagen que publicó el madrileño “El País” con el desencajado rostro del mandatario, supuestamente ya fallecido. Aunque la dirección del importante rotativo pidió disculpas, la fotografía circuló por las redes como verdadera durante más de 24 horas.
La edición europea repetía, esta vez en grado superlativo, distorsiones informativas sobre el gobernante venezolano. “El País” mantiene una política editorial absolutamente contraria al llamado socialismo del Siglo XX que seguía Chávez y que defienden otros mandatarios como el boliviano Evo Morales o el ecuatoriano Rafael Correa. Como todo medio, tiene el derecho legal y legítimo de tener una postura ideológica, pero sobrepasó el límite cuando difundió la mentira para mostrar que Chávez ya estaba muerto, aumentando las dudas mundiales sobre el estado de su salud.