Jueves 05 de diciembre de 2013
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Un despacho de la agencia de noticias EFE, fechado el jueves 28 de noviembre de 2013, da cuenta que el canciller de Chile, Alfredo Moreno, reiteró en una entrevista al diario Pulso, que su país "no está dispuesto a regalar" una parte de su territorio, como solución de la mediterraneidad de Bolivia.
Nuevamente este funcionario que ya está de salida ‘sacó los pies del plato’. Esto, en un encumbrado político, no es bueno. En efecto, nadie –ni en éste ni en los anteriores gobiernos bolivianos– le ha pedido a Chile, y menos a sus presidentes, un regalo. Afirmar lo contrario o sugerir, aunque veladamente, que haya una solicitud en este sentido, no es serio. La mentira –se dice popularmente– tiene patas cortas. Y la pretendida advertencia de Moreno no es la excepción, aunque muchos aplaudan su bravuconada.
El jefe de Moreno, el presidente Sebastián Piñera, nunca perdió oportunidad para afirmar que Chile respeta la vigencia de los tratados, especialmente los de límites, como el suscrito entre Bolivia y Chile el 20 de octubre de 2004, por el que Bolivia entregó su territorio costero a Chile, como consecuencia de la Guerra del Pacífico. Claro, se entiende: el señor Piñera no conoce el tema de la mediterraneidad de Bolivia y, con el solo asesoramiento de Moreno, no se podía esperar otra cosa. En las dos negociaciones –las más serias: de 1950 y de 1975– se convino negociar la transferencia en favor de Bolivia de un corredor al Norte de Arica, paralelo a la Línea de la Concordia, sin modificar ninguna disposición del mencionado tratado de 1904, ya que, en verdad, éste solo se refiere al territorio boliviano cedido a Chile, desde el río Loa hasta el antiguo límite Sur de los dos países.