Todavía hoy, luego de dos crisis financieras mundiales, hay quienes consideran que la contradicción principal está entre mercado y estado. Todo comenzó a finales de los 80 cuando el “modelo” soviético reveló su verdadera fisonomía y Thatcher, en alianza con Reagan, hacía lo suyo en base a la nueva polarización.
Todavía existían países como los nórdicos, que en base a las teorías de JM Keynes y de H Minsky, tenían sociedades que alcanzaron un equilibrio entre la lógica del capitalismo y la satisfacción de las necesidades básicas de los seres humanos.
Cuál es la esfera mercantil y cuál la pública. La primera es yo-tú-él, es decir el consumidor que compra en el mercado, el mercado usa el precio, que actúa además como selector social. Hay restaurantes para los que tienen y para los que tienen menos. El mercado entonces no puede subsistir sin el consumidor, no le importa el origen étnico o de clase del que compra. Le interesa simplemente vender.
Y… ¿la esfera pública? Otra vez yo-tu-él es decir nosotros, el ciudadano para ser tal tiene que poseer derechos y obviamente obligaciones, es decir lo “público” implica derechos ciudadanos lo que produce inclusión social. Por ejemplo la ley debe ser pareja para ricos y pobres. Las instituciones públicas deben servir a los unos y a los otros con la misma obligatoriedad con que el ciudadano acude a las urnas o paga sus impuestos. La regulación de la ciudadanía está a cargo del estado.
Pierre Bourdieu dice que el Estado tiene dos manos: la derecha y la izquierda. Para graficar miremos al estado como una cancha deportiva, en el campo de juego hay un encuentro deportivo entre la esfera pública y la esfera mercantil. Es un encuentro deportivo que no debe terminar nunca, porque si termina sería porque triunfó alguno de los contendientes. Es un partido en el que debe haber asedio en ambos arcos pero debe terminar siempre en empate. Si la esfera mercantil ganase el partido, el estado sería una oficina administrativa mínima.
Luego de la caída de los paradigmas ideológicos, el campo financiero convirtió al estado, en todo el mundo, en un simple Joker del póquer de la desigualdad. El problema no se reduce a la anécdota, el resultado de la “jokerización” del estado tiene severas implicaciones en el propio sistema capitalista (Soros). Las crisis, tanto la estadounidense como la europea, demuestran que la “financiarización” ha incrementado la desigualdad. La participación real del salario en la renta, en algunos países, se ha estancado y en otros ha decrecido.
La “jokerización” del estado viene en paralelo al abandono de los viejos textos de la economía política. Después de los 80, en los claustros de economía y comercio, se ha enfatizado en los estudios matemáticos y axiomáticos, que transforman al ciudadano en un algoritmo, lo sacan del contexto real que es la sociedad.
Una terea importante es el retorno a la economía política, tan apreciada por los viejos liberales y socialistas de los 50-70, pues, volver a los estudios de las relaciones entre la economía y el poder político es retornar a la cancha del ejemplo e iniciar un encuentro eterno entre mercado y estado que no termine con el triunfo de ninguno de los dos. La polarización supone el triunfo de uno de los actores que, por razones de ausencia de paradigma, será casi siempre el mercado.
El ánimo de retornar a la economía política no tiene un asidero moral es simplemente un intento de explicar que el resultado de la “jokerización” del estado afecta a la dinámica del crecimiento económico capitalista.
Si los obreros que fabrican refrigeradores con salarios bajos, no podrán comprar su producto, es decir las rentas salariales no solamente son un costo para la empresa son también la principal fuente de la demanda. En este párrafo no voy a citar a Marx sino a Henry Ford que en 1914 decidió incrementar los salarios a sus trabajadores para permitirles comprar los productos que ellos mismos fabricaban.
¿Será posible retornar al pacto social de la post guerra? En un mundo globalizado es difícil, pero no imposible. Si el poder de los sindicatos europeos y el empate entre estado y mercado en la época de las sociedades de bienestar fueron posible ayer, ¿por qué no hoy? Hay núcleos importantes donde la acumulación se ha realizado en base a bajos salarios y cero de conquistas sociales como en China, India, Rusia. En los tres países la democracia o no existe o es solo un expediente electoral, los sindicatos no tienen la fuerza que tuvieron los franceses de la post guerra para no citar a los nórdicos que fueron (son aún) parte importante de la concertación. Pero, algo se mueve debajo de la piel autoritaria. La cúpula política china está en la obligación de distribuir mejor su riqueza igual que la rusa y la India. Esta vez el detonador está en la ampliación y el crecimiento de una nueva y exigente clase media, de allí surgirán los líderes que impulsarán la democratización de las incipientes instituciones del estado y exigirán el salario social.
Finalmente una reflexión: El triunfo total de mercado destruye los vasos comunicantes de la sociedad, la lucha por mejores condiciones de vida ya no se dan más en la esfera colectiva sino en el ámbito individual, es decir se acude al expediente de la violencia pero no aquella que fue la partera de la historia sino a la delincuencial; el nuevo desposeído no tiene sindicato. Un taxi-secuestro es más productivo que una huelga.
El mercado necesita del estado y éste necesita del mercado. Hasta la URSS tenía el CAME, que era un mercado hegemonizado por Moscú.
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