Martes 26 de noviembre de 2013

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Las proteínas son indispensables para la vida, razón primordial para incentivar en grado superlativo el sembradío de la quinua en nuestro territorio, fundamentalmente en la zona orureña.
No debemos descuidar el trabajo de los agricultores dedicados al rubro porque este vital alimento tiene trascendencia mundial y casi todos los días, en diferentes medios de comunicación, se enaltece las bondades alimentarias del grano de oro.
Su comercialización sobrepasa los límites de nuestra frontera, habiendo logrado un costo aceptable en el mercado internacional, lo cual determina tomar acciones que garanticen una correcta operación, evitando en lo posible la presencia de intermediarios, los cuales, al final “aparecen” como si fueran impulsores del proceso.
En ese acápite, es imperioso que las autoridades llamadas por ley, tomen cartas en el asunto, evitando, en lo posible, la entrega o acaparamiento de la quinua por gente extranjera, principalmente venida del Perú, la cual se lleva grandes cantidades del producto a su país, para comercializarlo posteriormente como algo suyo, obteniendo expectantes beneficios económicos.
Es de apreciar como contraproducente ese accionar, porque va en contra de las necesidades consumistas de los bolivianos, especialmente de nuestra niñez y juventud, por lo que los intermediarios “incaicos” están presentes en Challapata, centro neurálgico de la comercialización, no dejando que los de nuestro país consuman, ofreciendo precios elevados de más de 1.980 bolivianos por quintal, lo cual ya no permite la compra para el consumo local, dejando a la ciudadanía boliviana, sin opción a nutrirse con este gran alimento.