Homero Carvalho Oliva. Premio Nacional de Novela del Gobierno Municipal de Santa Cruz con “Memoria de los espejos” y “La maquinaria de los secretos”. Forma parte de “Antología del cuento boliviano contemporáneo, The Fat Man fron La Paz” (EE.UU.), “El nuevo cuento latinoamericano” (México), “Profundidad de la memoria” (Venezuela), “Antología del microrelato” (España) y “Se habla español” (México). Ha publicado los poemarios “Los reinos Dorados”, “El cazador de sueños” e “Inventario nocturno” (Premio Nacional de Poesía 2012) cuya muestra aparece en esta página.
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Laika
Hasta hoy la muerte
era algo que leía en los obituarios de los periódicos
veía en los noticieros de la televisión
y en los velatorios de las funerarias
que la vende a crédito
ofreciéndonos ataúdes con aire acondicionado.
La muerte llegó hasta mí
cuando en mis brazos sostenía a Laika
la perrita negra que el enamorado de mi hija
le regaló por el día de su cumpleaños.
Una cachorrita de seis meses
que era el regocijo de mis hijos
y que aprovechó un descuido
para salir corriendo a explorar la calle
por donde un infeliz pasó velozmente
y ni siquiera detuvo el automóvil
después de pisotear su pequeño cuerpo.
La muerte se posesionó de ella
cuando la llevábamos al veterinario
mientras mi hijo desesperado y angustiado
corría en el coche como un loco
con la esperanza de salvarle la vida.
En el trayecto sentí
cómo su corazón dejaba de latir
hasta que quedó inerte en mi regazó.
Mi hija colgó la fotografía de Laika
en el facebook y escribió en su muro
que esperaba que en el cielo de los perritos
esté comiendo muchas croquetas y huesitos
y jugando con los caracoles gigantes
que merodean nuestro jardín
que la cachorra miraba con curiosidad
mi hijo le pidió a Laika
que le muerda los tobillos a Dios
como lo hacía con nosotros
correteándonos por toda la casa.
Patria
La página en blanco
es la patria del poeta
habrá de liberarla
poblándola de versos
o morirá en el intento.
Mi padre
Mi padre murió en 1989
y hasta ayer no lo supe con certeza
su crepuscular ausencia llegó hasta mí
como la luz de esas estrellas
que se murieron hace miles de años.
Lo supe cuando uno de sus libros
me encontró desprevenido
y al leer su amorosa dedicatoria
recordé cuánto lo extrañaba.
Recordé esas épocas
en las que me asombraba
su romántico anarquismo
su terrenal sabiduría
y su especial poder de seducción
talento de ángel en celo
con el que apalabraba
a las más hermosas mujeres
y yo era una semilla que soñaba
ser como ese árbol gigante
poblado de quimeras amazónicas
épocas en las que el futuro
tenía el nombre de mi padre.
Cerré el libro y me dispuse
a engendrarlo en mi memoria
para hacerlo nacer con mis palabras.
Herencia
No vayan a creer
en Adán y su manzana
en los héroes de la historia oficial
en la solemne Constitución
y sus cuentos de Leviatán
en los pronósticos del fin del mundo
ni en las lágrimas de los políticos
cuando hablan de la patria
la patria no es otra cosa
que alguien a quien amar
una ciudad elegida para vivirla
una canción que nos convoca
un pasaje imprescindible
y los abrazos de sus padres
y por cierto los nueve meses
que maduraron cual simiente nuestra
en el vientre acuático de su madre
y el amor que se estremecía
haciéndonos balbucear de alegría
cuando pateaban la luna
anunciando que pronto nacerían
esos hijos míos y que sepan
que cuando nacieron
descubrimos que nosotros
éramos sus herederos.
Lección de gramática
Cuando éramos niños
las muchachas tenían nombres
de santas y beatas
se llamaban
Rosario, Juana, María, Inés.
Y lo importante era el sujeto.
Por ejemplo: María es una niña bonita.
De jóvenes sus nombres
se volvieron secundarios
y los atributos del predicado nos hechizaron:
las imponentes nalgas de Rosario
las inequívocas piernas de Juana
los negros ojazos de María.
las indivisibles tetas de Inés
que eran más atractivas
que los ángulos de todos los cosenos.
Y ahora que estamos viejos
los verbos pretéritos son el presente
y ya no sabemos
si las nalgas eran de Rosario,
de Juana, de María o de Inés.
Confundimos sujeto con predicado;
pero, a la profesora que se parecía
a Rita Hayworth y a nosotros, ya no nos importa.
La lucha de Don Quijote
En los tiempos
cuando la estirpe de las palabras
era el centro del universo
y le otorgaba sentido a la vida
el discreto Sancho Panza
amo y señor de la ínsula Barataria
descubrió que los desvelos
de Don Quijote de la Mancha
eran producidos por el lenguaje.
El ingenioso guerrero de la adarga
sabía que las palabras tienen memoria
y luchaba hidalgamente
para que no olvidemos su pasado
y siglos después repitamos
cada una de sus ingeniosas frases
como si las hubiéramos escuchado
de boca del propio caballero de los leones
al que todos tenemos por orate
y sin embargo lo citamos
ufanados de hablar
como razonables y grandes filósofos.
Fuente: LA PATRIA
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