Martes 12 de noviembre de 2013
ver hoy
Somos propensos a etiquetar, a colgar un “sanbenito” a alguien, y de esto tienen gran parte de culpa los medios de difusión que proporcionan tanta “profusión de noticias”.
Si, por ejemplo, resulta asesinado un gay, rápidamente se difundirá, a buen seguro, que el motivo es la intolerancia de la “extrema” que sea, por homófoga.
Cuando fue asesinado Matthew Separd en 1998, fue difundido en EE.UU. como el más famoso caso crimen por odio a los gay. Sirvió para manifestaciones y discusiones, y para promover reivindicaciones homosexuales. Hasta dedicaron canciones. Se han hecho películas sobre su muerte. Pero se investigó y su asesinato, según he leído, tuvo que ver con un ajuste de cuentas entre traficantes de droga, y no tuvo que ver, para nada, con los motivos o el motivo que se difundió.
Se investigó hasta la saciedad, incluso hablaron los asesinos que fueron condenados a cadena perpetua. Es decir, The Book of Mott es la investigación por el periodista Stephan Jiménez, y el crimen, brutal crimen tiene distinta versión para seguir con tanta tinta y reivindicación. Consumía droga y, por lo visto, su asesino pedía una cantidad de metanfetamina que no quiso entregarle.