Un informe policial estadístico muestra cifras alarmantes sobre la profusión de accidentes de tránsito en las carreteras del país y en todas las ciudades, es realmente preocupante saber que en ocho meses más de 1.200 personas perdieron la vida y más de 11.600 quedaron heridas entre graves y leves, en una cantidad impresionante de accidentes que suman más de 25 mil y una aplicación mayor a 45 mil sanciones por variadas infracciones de tránsito.
Realmente es sorprendente la proliferación de accidentes, los resultados están claramente expuestos con el número de víctimas fatales y además la secuela de perjuicios en más de 11 mil ciudadanos con heridas de diversa índole pero confrontando los perjuicios propios de una alteración obligada en el ritmo de vida con una serie de gastos adicionales que, por supuesto, no cubren los seguros contratados.
La reacción de la comunidad a través de parientes de víctimas de accidentes o el caso de analistas de la situación predominantemente irresponsable en la conducción de motorizados, lleva a establecer una clara falta de autoridad policial que, aunque se esmeren en explicaciones y estudios técnicos, sobresale con números irrebatibles que existen fallas en el control de vehículos y de estos en su circulación por las carreteras y las calles de nuestras ciudades.
Ante la frecuencia de accidentes, autoridades de la Dirección Nacional de Tránsito anunciaron que en la primera quincena de noviembre se pondrá en marcha el plan “Chachapuma en los caminos” disponiendo un apoyo especial a la Policía Caminera, con el objeto de ejercer mayor control y evitar la secuencia imparable de accidentes.
Estamos en el mismo sistema de todo lo que ocurre en el país, hay que esperar el desastre, conocer las cifras alarmantes y recién disponer de programas de apoyo a organismos especializados, como la Policial caminera que muestra su total ineficiencia en la misión que técnicamente debe cumplir en todas las carreteras del país.
Demás está decir que la Policía Caminera, con reducida cantidad de motorizados, escaso personal de servicio, y falta de la tecnología adecuada, es muy poco lo que puede hacer para ejercer control estricto en las diversas carreteras del país, en realidad el trabajo de esta unidad es poco menos que de simple y meritoria designación.
En otros países, caso de los vecinos, las unidades policiales camineras están absolutamente equipadas para ejercer un control permanente en carreteras, de modo que su presencia es notoria e infunde respeto y consecuentemente el cumplimiento de normas legales. Se trata en verdad de disponer una buena dotación de personal especializado, movilidades y equipos que facilitan una labor encuadrada en los fines de prevención de accidentes en el contexto general de la circulación de motorizados.
Sin comentarios mayores sobre planes de coyuntural vigencia, lo que importa es que en el nivel superior de la entidad del orden público se disponga una urgente reorganización de unidades funcionales y se otorgue a la Policía Caminera, lo que significaría “prioridad uno” para su funcionamiento, de lo contrario las cifras de accidentes, víctimas fatales y de heridos seguirá en aumento y esto es justamente los menos deseable.
Hay enorme cantidad de vehículos que el propio Presidente del país entrega con cierta frecuencia a la Policía, automóviles, vagonetas, camionetas y motos de las que un buen porcentaje debería servir a la Policía Caminera. Se necesita disminuir objetivamente el elevado índice de accidentes de tránsito y la única forma de hacerlo es con un estricto control policial y severas sanciones a los infractores.
Fuente: LA PATRIA
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