Calidad de vida de hondureños empeoró en 32 años de democracia
10 nov 2013
Fuente: Tegucigalpa, 9 (EFE).-
Los hondureños concurrirán el próximo 24 de noviembre por novena vez consecutiva a elecciones generales desde las celebradas en 1981, tras casi dos décadas de regímenes militares, con la esperanza de que su situación personal y del país mejore con el gobierno que asumirá el 27 de enero de 2014.
Después de 32 años de democracia, en la que se han alternado el poder los centenarios partidos Nacional y Liberal, ambos conservadores, la situación de los hondureños no ha mejorado, sino al contrario, ha empeorado, según la opinión casi generalizada de los diversos sectores sociales del país.
Más que 32 años de democracia, los hondureños lo que han tenido son votaciones cada cuatro años marcadas por múltiples promesas de campañas que en su mayoría los políticos no han cumplido.
Muchos hondureños sufren por la pobreza y el desempleo; la falta de seguridad, deficientes servicios de salud y educación; el déficit de un millón de viviendas, falta de tierras para los campesinos, una alta mora judicial y la corrupción, entre otros problemas.
Los ocho candidatos a la Presidencia de los nueve partidos que participarán en las elecciones aseguran conocer los problemas del país y tener soluciones cuando lleguen al poder, aunque no dicen claramente cómo y con qué recursos, en una Honduras que además atraviesa una crisis económica sin precedentes.
El 27 de enero de 1982, cuando asumió el poder Roberto Suazo Córdova, al frente del ahora opositor Partido Liberal, la pobreza afectaba al 60 por ciento de la población, mientras que ahora ese flagelo castiga a siete de cada diez hondureños, según diversas fuentes.
En el decenio de 1980, que marcó el retorno a la democracia, la violencia y delincuencia común no era tan grave como en la actualidad, en que hay veinte muertes diarias.
En aquellos años ya operaba el narcotráfico, pero en el país no aterrizaban tantas avionetas cargadas de cocaína procedentes de América del Sur como en los últimos ocho años, en los que también se ha incrementado la guerra entre carteles de la droga.
La corrupción, que también ya tenía profundas raíces en los 80, en los últimos años ha alcanzado ribetes de escándalo, salpicando a gobiernos de los dos partidos tradicionales, pero los corruptos no están en la cárcel.
Los hondureños también sufren los efectos de un sistema judicial y cuerpos de seguridad que fomentan la impunidad por la falta de investigación y la complicidad con el crimen de algunos de sus miembros, entre los que figuran jueces, fiscales y policías, aunque el gobierno asegura que se están haciendo correctivos y reformas.
Fuente: Tegucigalpa, 9 (EFE).-
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