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Domingo 10 de noviembre de 2013

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Cultural El Duende

El Duende que no deja de aparecer y El Faro que sigue iluminando

10 nov 2013

Fuente: LA PATRIA

Discurso leído por el periodista cultural Martín Zelaya Sánchez durante el homenaje a El Duende que se efectuó durante la Feria Internacional del Libro de La Paz

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Tengo vergüenza admitirlo, pero en octubre de 1999, hace 14 años exactamente, en El Duende se publicó el único poema que escribí en mi vida, bueno… el único que puede considerarse tal entre decenas de versos ingenuos que rayoneaba antes de agarrar conciencia plena… y ojo, aunque creo que puede considerarse poema, igual es malísimo.

Años antes, hace ya casi dos décadas y cuando aún estaba en colegio, esperaba ansioso la aparición quincenal de El Faro –entrañable publicación inicial que luego dio luz a El Duende– que con sus ocho páginas en tinta verde y negro, era una de las pocas oportunidades, sino la única, de leer algo diferente, enterarse de novedades literarias, conocer autores, obras… pero sobre todo, entrenarse en el hábito de leer o más aún forjar poco a poco el amor por los libros.

Hay que tomar en cuenta que ni a mediados de los 90, y ni siquiera hoy en día lastimosamente, hay al menos una buena librería medianamente provista en Oruro… y ojo, en aquel entonces no había tampoco internet, esa maravillosa herramienta que hoy nos pone el mundo entero en una pantalla; el mundo de la literatura, en este caso.

Recuerdo, además de aquellos días de El Faro, que conocí primero de vista y luego de un hola y máximo un intercambio de palabras a don Alberto Guerra –maestro en todo el sentido de la palabra, principal autor intelectual de este sueño– luego Eduardo Kunstek y, un poco más cercanamente a Edwin Guzmán… gestores, editores y colaboradores de este enorme proyecto, del que luego agarró la batuta Luis Urquieta, y en el que nunca dejó de trabajar mi amigo Benjamín Chávez.

Y no puedo tampoco olvidarme –para seguir con la memoria en aquellos días– que, por más que lo intenté, no pude nunca entrar a la mítica galería Imagen donde según me enteré después, se concebía en largas y fabulosas veladas la esencia y el contenido de esta publicación que hoy supera los 500 números.

Si de desafiar a la memoria se trata, me viene a la mente el día en que –ya muchos años después– gracias a mi oficio de periodista cultural me tocó en suerte entrevistar al escritor chileno Antonio Skármeta quien tras poco más de una hora de charla y varios cafés en el Palacio Portales de Cochabamba, me preguntó de dónde era: “de Oruro”, le dije y sus enormes ojos se abrieron aún más de sorpresa y agrado.

“Yo viví un tiempo en Oruro –me comentó–… bueno, unas pocas semanas cuando era muy joven, me enamoré de una muchacha y del carnaval”.

Tras el apretón de manos, el autor de El cartero de Neruda, también periodista cultural de cepa, se despidió con otra pregunta “¿También de Oruro es El Duende, verdad?... recibí una pequeña colección de ese suplemento mediante un amigo de quien ahora no recuerdo…”.

Tiempos después, vi en las páginas de nuestra querida publicación un texto evocatorio del simpático y bonachón autor antofagastino.

Y sí, el pequeño e inquieto Duende no tiene fronteras, y ocurre esto gracias al invaluable esfuerzo de Luis Urquieta, quien no contento con impulsar la publicación con el subdecano de la prensa nacional, La Patria, se encarga de enviar periódicamente decenas de paquetes con los últimos números a escritores, intelectuales, artistas, músicos.

Y para cerrar –con evocaciones, claro está–en este caso un repaso mental general a números y números, años y años, quiero destacar un par de características clave del estilo y contenido de El Duende… esas que lo hacen único y diferente a publicaciones similares del resto del país:

A manera de la antigua prensa decimonónica, El Duende tiene una extraordinaria sección en la que se publican largos textos, ensayos, o ficciones –¡incluso libros enteros!– en entregas, lo que hacen al suplemento más coleccionable aún… No debemos olvidar que así, en fascículos, se publicaron algunos de los mayores clásicos literarios de autores como Melville, Dickens y Conrad.

Menciono además dos rasgos inconfundibles de la separata: que en lugar de recurrir al archivo de fotos, se ilustra con imágenes de piezas de arte de diferentes valores de la plástica orureña, en sus inicios, y con el excelente trazo de Erasmo Zarzuela, desde hace ya algunos años.

No quiero olvidarme, antes del fin, de las Letras Orureñas, la contratapa de El Duende que durante más de dos centenares de números rescató perfiles y extractos de obras de hombres y mujeres de la literatura, o bien incluso de quienes tan sólo incursionaron fugazmente en el mundo de las letras, pero eso sí, nacidos todos en el queridísimo Oruro… Una sección memorable, aunque, como dije al principio, haya tenido el desliz de publicar un impresentable poema mío.

Fuente: LA PATRIA
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