La inoperancia de algunos gobernantes; su desesperada situación ante problemas emergentes de no siempre fácil solución, en los países, en los que se han convertido en líderes supremos, los llevan a contraer una enfermiza obsesión por el Poder, manipulando a sus seguidores con cuentos de hadas, como el de hacerles creer que su “amado líder”, ya desaparecido, se reencarnó en un pajarito que es portador de los mensajes que este le envía desde el más allá.
La situación en Venezuela, es verdaderamente desesperante en estos momentos, porque no hay alimentos; y si existen, tienen precios inalcanzables para la mayoría de la población; la energía, es también escasa y para solucionar ese problema el presidente Chávez, en su tiempo, instruyó, utilizar linternas y foquitos ahorradores, y ducharse sólo en breves minutos. Hasta parece un contrasentido en un país que exporta energía.
Pero, lo planteado por el presidente venezolano ya se cae de maduro. Acaba de crear el “Viceministerio para la Suprema Felicidad del Pueblo”, en honor al fallecido Hugo Chávez y nada menos que al Libertador Simón Bolívar. El nuevo organismo se convirtió de inmediato en objeto de bromas y críticas entre los venezolanos, que ironizaron con que el gobierno estaba ordenando por decreto la felicidad de toda la población
Habría que decirle al presidente colombo-venezolano, que en lugar de buscar en esos sus vericuetos mentales, “ideas creadoras” para salvar su difícil situación política y social por la que atraviesa su país, debería preocuparse de buscar soluciones creativas para la economía y ver el modo de parar el creciente descontento social por los problemas que atraviesa Venezuela.
En lugar de sostener a regímenes que se auto-convencieron que la lucha es atacando a la institucionalidad, a la democracia y a la libertad de expresión. Es más factible que con ese dinero que se lo gasta para sostener sistemas de gobierno similares, se creen nuevas empresas, se industrialice el país y, de una vez por todas, se deje de achacar sus propios males, a terceros.
La felicidad nunca se pudo, ni se puede lograr por decreto o creando “Viceministerios para la Suprema Felicidad del Pueblo”. La felicidad es producto del bienestar de ese pueblo y de respeto a los valores que nacieron con él, como la libertad, la democracia y la justicia; mitigando el hambre y satisfaciendo necesidades básicas como la alimentación, la salud y la educación.
De otro modo, sólo se estaría creando un organismo inútil, que más que “producir” Felicidad, sólo se estaría instalando una oficina, con un escritorio y una computadora, que resultaría siempre inútil para los propósitos que busca el gobierno venezolano. Y eso no es, como dijo un funcionario del régimen chavista, obligación de un “Estado responsable” hacerse cargo de los problemas que afectan al bienestar de la población.
Ahora, resulta que ya no es un pajarito, son muchos los que revolotean en la cabeza del presidente de ese país.
Por lo menos... esa es mi opinión.
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