Loading...
Invitado


Domingo 27 de octubre de 2013

Portada Principal
Revista Dominical

El castigo de la Diosa Thunupa

27 oct 2013

Fuente: LA PATRIA

Por: Trifón Choque Jiménez

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Sol radiante, en el medio del desierto del altiplano vivía un pueblo llamado Tusqui chilalo, sus pobladores aymaras descendientes de culturas milenarias Uru killas estaban muriendo de hambre a consecuencia de las sequías y la falta de lluvias.

Al conocer la desgracia por la que atravesaba este pueblo, la Diosa Thunupa se apiada enviándole a su hijo Atoj Kamake para que llevara algunos avíos y semillas de quinua que era alimento de los dioses. El camino era largo y lleno de peligros. Sin embargo a pesar de ello la Diosa Thunupa decide enviar a su hijo más querido.

El joven Kamake, al inicio se rehúsa al viaje. Presiente la dificultad del viaje. Thunupa su madre logra convencerle. Ya que el ruego de ese pueblo era por demás conmovedor.

El viaje, como era de esperar, tiene muchos problemas pues no era fácil bajar desde las alturas donde vivía la Diosa Thunupa, nubes, tormentas y huracanes separaban hasta llegar a la tierra donde el pueblo hambriento esperaba con ansiedad la benevolencia de la Diosa que les enviaba el sagrado alimento de los dioses. El grano era demasiado pequeño a la vista de los mortales chilalos y el joven Atoj Kamake también tenía la tarea de enseñarles a sembrar.

En el transcurso del viaje el joven Kamake es atacado furibundamente por otros seres que habitaban el espacio que separaba la morada de Thunupa y la tierra. Eran animales alados y con picos afilados llamados kunturis, mamanis, alcones y loros. Intentan quitarle la preciada quinua y otros alimentos que llevaba el joven Kamake ya que también había escasez de alimentos para estos seres.

La pelea es cruel y encarnizada, y rendido de luchar con los eventuales enemigos alados y picudos, el joven Kamake es vencido y cae en picada hasta la tierra. La poca semilla que logró proteger y salvar engullendo en su

estómago se desparrama en toda la planicie del desierto del altiplano, en la tierra de

los hambrientos aymaras

chilalos.

La diosa Thunupa, madre de Kamake, llora desconsolada al conocer la pérdida de su hijo más querido. Sus lágrimas son las primeras lluvias que Thunupa envía desde las nubes, y a causa de estas lágrimas emerge como por milagro de entre las arenas secas la planta de la quinua venciendo todos los obstáculos del medio ambiente seco, frígido y sol caliente del desierto salino. El pueblo se salva de morir de hambre.

Thunupa, recomienda al pueblo de chilalo, cuidar la semilla, cuidar la preciosa planta llamada quinua, que siendo tan pequeña y frágil, sería el único alimento que salvaría al pueblo. De lo contrario les llegaría un castigo mayor que el hambre causándoles enemistades entre los hombres y sería el acabose del desierto y sus poblados.

Al inicio el pueblo cuidó cariñosamente por muchos años a la quinua, la planta sagrada de los dioses florecía en mil colores y sabores tal como les había recomendado la diosa Thunupa.

Pero llegó un día un hombre extraño, un gringo harapiento que vagaba perdido en el altiplano y casi muerto de hambre es recogido por los pobladores del desierto salino. Los chilalos le dieron de comer y le cuidaron salvándole de la muerte. Una vez recuperado el gringo les habló en su idioma coloquial, -Amiguitos, ¿qué era la comida que me dieron?

A la cual los inocentes chilalos respondieron -que se llamaba “quinua”. Sorprendido por tan delicioso y reconfortante alimento, - el gringo les propone- ¿Por qué no venden este productow, pueden hacer mucha plata? Estow es thinerow, hay que vender al exterior, si quieren yo les comprow. Afuera los mercados les van a pagar en dólares, en money y ustedes van a ser ricos, tan ricos que no necesitarán más comer de esta planta.

Inmediatamente, los chilalos, le nombraron su representante al gringo andrajoso. Y comenzaron a sembrar como locos metiendo maquinarias a la madre tierra, destruyendo para siempre a la frágil tierra que les daba de comer. Así comenzó la desgracia de ese pueblo, hoy en día los habitantes chilalos de Tusqui, Coroma, Salinas, Rodeo se enfrentan a diario a palos y piedras por vender la quinua.

Y el espíritu del desafortunado Atoj Kamake aún vaga por los cerros y las planicies del altiplano y ronda el pueblo aymara de Tusqui, Salinas contemplándoles con tristeza. Sus lamentos, aullidos parecen presagiar tiempos difíciles para aquel pueblo que no supo cuidar el regalo de la diosa Thunupa que sacrificó a su hijo más amado para salvarles de morir de hambre.

Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos: