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Domingo 27 de octubre de 2013

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Cultural El Duende

El Diario del Tambor: De la guerrilla de Ayopaya

27 oct 2013

Fuente: LA PATRIA

De José Santos Vargas al Presidente de la República, Manuel Isidoro Belzu • La siguiente misiva está incluida en “Cartas para comprender la historia de Bolivia” compilada por el historiador Mariano Baptista Gumucio, obra auspiciada por la Fundación Cultural Zofro que fue presentada en la 18ª Feria Internacional del Libro, La Paz, 2013

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Oruro, 1850

Un miembro del Estado de la República Boliviana, tengo el grande honor de presentarme ante usted, y ponerle en sus manos esta pequeña obrita del Diario histórico de los hechos sucedidos en los Valles de Sicasica (hoy Inquisivi) y Ayopaya escrito por mí de una y otra provincia, de uno y otro partido, mismo con todas sus circunstancias sucedidas en dichos Valles de una y otra provincia, de uno y otro partido, tocante a la revolución de nuestra emancipación del gobierno de España.

Expresiones me faltan para manifestarme de alegría por ver mi opinión triunfante sin que quede enemigo alguno común que pueda alterar nuestra dicha y nuestra felicidad, nuestro sosiego y nuestra paz tan deseada de todo hombre que tiene el corazón sano, limpio y pacífico, que quiera reposar con toda tranquilidad, sin zozobra ni cuidado alguno ni el más pequeño, fuera de aquellos hombres que quieren perturbar el orden social que el ser supremo y la misma naturaleza nos haya deparado en una república tierna, en una república que recién ha salido de la servidumbre y roto las cadenas con que se vio ligada a un gobierno extraño, a un gobierno tiránico por el mismo proceder que ha demostrado en todo el largo período que nos gobernó.

Señor capitán general Presidente: He hecho pasar yo este tiempo largo, que cuánto ha pensé sacar a luz esta pequeña obrita, y al mismo tiempo que yo aspiraba se me presentaba muchos inconvenientes para no hacerlo ni ver cumplidos mis intentos. Pero ahora que la divina omnipotencia os ha constituido Pater Patria, padre de la Patria, acérrimo defensor de nuestra libertad, y que como a tal tengo la gloria de dedicar este pequeño trabajo, estando seguro en su decidido patriotismo, en su verdadero amor a la libertad americana, aceptaréis esta corta historia, este corto trabajo que un verdadero boliviano os dedica, y que mediante su autoridad mandaréis corregir, sea conforme está o por cartas, y siendo aceptable al público mandaréis imprimir y ordenaréis el uso que corresponde para que se sepa la obra de nuestra independencia.

Varios y lastimosos son en efecto los sucesos que se han empeñado por conseguirla, y como quiera que han afectado a la humanidad tiene un grande mérito para ser transmitido a la posteridad, mucho más para que sepa ésta cuánta sangre, cuántos esfuerzos, cuánto valor y heroísmo cuesta a la patria su libertad, para saberla apreciar mejor, conservarla y respetarla, que yo tengo la honra de haberlo cumplido siquiera en parte el deber que la divina providencia, la misma naturaleza y la patria me impuso, y acabaré mis días con el grande consuelo de que mi patria queda libre y mis tiernos hijos (que los tengo) queden libres de un gobierno extranjero, queden libres de un gobierno tiránico, queden con el consuelo de decir a boca llena.

Mi padre y autor murió. En vida cumplió el deber que la naturaleza y la patria le impuso, prestó sus cortos servicios a la libertad primordial del gobierno español y nos dejó libres y gobernados por nosotros mismos.

Por último, tengan presente y en la memoria aquel dicho como se dijo en un manifiesto publicado al tiempo de dar la primera constitución el congreso general de las provincias unidas de Sudamérica (hoy Argentina), que es como se sigue:

Por lo que respecta a nosotros, no ambicionamos otra gloria que la de merecer vuestra bendición, y que al leerla la posteridad diga llena de una dulce emoción: “Ved aquí la carta de nuestra libertad. Éstos son los nombres de los que la formaron cuando aún no existíamos, y los que impidieron que antes de saber que éramos hombres supiésemos que éramos esclavos”.

Ciudadanos: O renunciemos para siempre el derecho a la felicidad o demos al mundo el espectáculo de la unión, de la sabiduría y de las virtudes públicas. Mirad que el interés de que se trata encierra un largo porvenir. Un calendario nuevo está formado. El día que cuente en adelante ha de ser o para nuestra ignominia o nuestra gloria. Dado en la sala de las sesiones en Buenos Aires a 22 de abril de 1819. Doctor Gregorio Funes, presidente; Ignacio Núñez, Prosecretario.

Aunque me he valido de estas expresiones, pero tengo el grande honor de decir que estas expresiones son vertidas de unos hombres grandes, adictos a la libertad, no digo adictos a la libertad solamente sino de unos hombres de los primeros que deseaban la independencia de América, de unos hombres que nos enseñaron a buscar nuestra libertad, de unos hombres que nos dieron margen a sacudir el yugo del vasallaje cuyo gobierno fue vencido, destrozado y arruinado de todo el continente americano, que yo tengo el placer de haber sacado a luz los hechos en este cortísimo continente.

Quedo con el consuelo de que en los siglos venideros saldrá a luz cuando no sea en éste, y en todo el hemisferio americano.

Y así, señor capitán general Presidente, estoy cierto y confiado en su patriotismo, en su bondad y corazón filantrópico en que no me negará ni me hará desaire en recibir este pequeño trabajo que un miembro del Estado boliviano (como ya dije) os dedicara, un hombre sin luces ni estudios más que el natural, únicamente sí las primeras letras.

Por esto es que suplico a su alta atención se digne dispensarme las faltas que advierta. Favor será éste que deseo recibir como un fervoroso boliviano, quien se constituye por uno de sus criados y besa su mano.

José Santos Vargas

Fuente: LA PATRIA
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