Jueves 24 de octubre de 2013
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El 17 de noviembre los chilenos elegirán un nuevo presidente. Las encuestas dan como favorita a la candidata de la oposición, la expresidente Michelle Bachelet. Se vaticina que, aun si se requiriera una segunda vuelta electoral –que se cree probable–, la exmandataria también triunfaría.
Hay, por supuesto, expectativas por la posición que adopte el nuevo gobierno chileno sobre la demanda del gobierno de Bolivia en la Corte Internacional de Justicia, basada en la teoría de los actos propios o unilaterales (Estoppel), según el canciller boliviano para que este tribunal “falle y declare que Chile tiene la obligación de negociar de buena fe con Bolivia un acuerdo pronto y efectivo que le dé y le otorgue (a Bolivia) una salida plenamente soberana al océano Pacífico”.
Las expectativas se acrecientan si se tiene en cuenta que la señora Bachelet, durante su gobierno, mantuvo muy cordiales las relaciones –no diplomáticas, pues están interrumpidas– con el Presidente Evo Morales. Habrá que recordar, como ejemplos, el decidido respaldo en Unasur de la presidente chilena al gobierno boliviano en el caso de los sangrientos sucesos de El Porvenir, y el público e inusual vaticinio de Evo Morales de que Chile ganaría el pleito con Perú en la Corte Internacional de La Haya sobre su límite marítimo.