No se han solucionado los graves errores que motivaron preocupación, desaliento y rechazo en la mayoría de los departamentos del país con los resultados alcanzados en el Censo de Población y Vivienda del 2012 y ya se operativiza el Censo Agropecuario, cuyos resultados deberán demostrar con alto porcentaje de aproximación a la realidad sobre cuánta tierra se utiliza en el país para producir alimentos, cuántas hectáreas sirven para la ganadería, qué cantidad de terrenos favorecen a pocos hacendados y cuánta extensión está marcada con el sello de “Parques Naturales de Reserva”.
Hay muchas cifras que se manejarán en un censo que aparentemente debió ser más sencillo que el de población y vivienda, sin embargo por las connotaciones que alcance permitirá medir las opciones de los habitantes “del campo” sobre las seguridades que tengan para garantizar la alimentación del resto de los ciudadanos a lo largo y ancho del país.
Hay que reconocer que en el último tiempo y sólo por imprevisiones de algunas autoridades del Gobierno central se ha tenido que autorizar importaciones de emergencia de varios productos, la mayoría prioritarios en la “canasta familiar” y que subieron de precio, desaparecieron en los centros de abasto creando un alarmante factor de desabastecimiento para volver con nuevos precios, pero sin lograr que la onda especulativa sea anulada y se retorne a los valores anteriores al fenómeno especulativo.
Un hecho que es parte de la duda sobre el Censo Agropecuario es saber sobre qué documentos cartográficos se hace el registro de datos sabiendo por ejemplo, sólo en el caso de Oruro, que campesinos potosinos están forzando su inclusión en el censo, como parte de una jurisdicción orureña que es utilizada arbitrariamente por los vecinos para realizar siembra de quinua.
Otro ejemplo que nos lleva a dudas sobre resultados del censo de población es el hecho de que se realizó utilizando un mapa irregular, rechazado por la población orureña y que debió ser retirado antes del censo, sin embargo el INE lo utilizó como referencia del proceso, lo que resulta un trabajo atrabiliario y por lo mismo debe ser anulado. Empero con el nuevo censo (agropecuario) estaría sucediendo lo mismo, no otra cosa significa la posición de vecinos potosinos que quieren adjudicarse terrenos que no les corresponde.
La cartografía debió ser actualizada en todo el país y tal parece que no sucedió tal cosa, por tanto la recolección de datos será imprecisa especialmente en las zonas donde persisten conflictos limítrofes, tal el caso de Rodeo y Coroma donde los intereses de comunaríos potosinos tienen que ver justamente con tierras aptas para cultivos.
Un censo agropecuario tiene una importancia capital para disponer en el futuro el uso correcto de la tierra que es fundamental pero además adecuar la provisión de semillas, apoyar los procesos de siembra y luego las cosechas de modo que mejoren esas condiciones y consecuentemente la calidad de nuestros productos, garantizando una alimentación acorde con las condiciones de cada región, las necesidades de la gente en sus comunidades y en las ciudades, avanzando en el proceso deseado de la independencia alimentaria.
La ejecución del Censo Agropecuario es un trabajo de mucha responsabilidad y sus resultados no deben, no pueden tener errores, pues sería demasiado que dos eventos de cuantificación de datos y recursos mantenga a los bolivianos con serias dudas sobre cuántos somos, qué tenemos y qué haremos.
Fuente: LA PATRIA
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